Me despertó el grito de alguien. Me sentía con tanto sueño que no podía abrir los ojos. De vuelta los gritos, pero ahora eran más voces.
Agudicé el oído y traté de escuchar lo que decían, me hablaban a mí pero no decían mi nombre.
Una mano me sacudió el hombro.
Al verla no pude entender dónde estaba ni quién era, pero si que estaba diciéndome que prepare el desayuno. ¿Yo? No pude pensar con más claridad. Otro alguien me sacó de la cama y me llevó arrastrando a la cocina, volvió a gritarme que me apurara y se marchó.
Entre tanto aturdimiento no alcanzaba a terminar de despertarme y analizar mi realidad.
¿Cómo había llegado ahí? ¿Dónde estaba? Y ¿quiénes eran esas personas?
Sentía que mi cuerpo actuaba automáticamente preparando las cosas y sirviendo las bandejas, pero no me daba cuenta de lo que hacía.
De golpe encontré un montón de ratas… ¡¡¡ratas!!! Dando vueltas a mis pies, y una me pareció que me hablaba, será el cansancio pensé, es parte de un sueño extraño, me dije.
Pero ahí estaba yo, más despierta que muchas veces conversando con una rata.
—Apurate Cenicienta —dijo la rata dos veces
—¿Cenicienta? —me causó gracia, esto debía ser un mal sueño, pero no.
Había poco tiempo para pensar y mucho por hacer. Traté de adaptarme al lugar y hacer aquello que me pedían sin razonar mucho más.
Cuando todo se calmó fui a mi cuarto, ¿mi cuarto? Me miré al espejo, y comprobé que era Cenicienta. Mi cabeza daba vueltas y no podía entender qué hacía en un cuento de hadas, rodeada de animales que hablaban y pájaros que me cantaban alegremente.
Miré mejor y allí había un vestido arreglado y listo para usar.
Entonces era verdad, estaba dentro de un cuento.
Recordé la historia y sonreí para mis adentros, iría a la fiesta del príncipe. Mi sueño hecho realidad.
Cerré los ojos y me dejé llevar por aquella magia que lo hacía todo extraño, diferente y posible.
De pronto volví a escuchar a “mis hermanastras” y a su madre gritando en la escalera. Quería que se callaran, disfrutar de ese día era lo que esperaba, pero parecía algo imposible en ese lugar.
Me puse el vestido que estaba en la cama, me arreglé el pelo lo mejor que pude y salí, recordando cada página que había leído cientos de veces.
Vi sus rostros llenos de ira al bajar, sentí su odio y envidia, sentí como me rompían el vestido diciendo que no estaba en condiciones de asistir a la fiesta. Y aunque conocía como seguía, sentí ganas de llorar por la impotencia de no saber qué hacer.
Pensé si en verdad vendría el hada madrina y todo terminaría bien.
Y así fue, cuando la casa estuvo en total oscuridad y silencio, del fondo de la chimenea una chispa salió y se transformó en un hada celeste que con su varita mágica transformó mis andrajos en un vestido hermoso y mis alpargatas en zapatos de cristal, y afuera me esperaba una carroza con lacayos.
Llegué a la fiesta y todos se daban vuelta para mirarme, los hombres querían bailar conmigo, pero había uno que me enamoró con sus ojos azules, me tomó de la mano y bailamos toda la noche.
Sentí sus manos en mi cintura y la mirada penetrante que no podía evitar. Qué extraño sentimiento me unía a él, era como estar bailando en una nube, y sólo escuchaba música y su risa! Me decía cosas tan lindas, era tan simpático. Era imposible separarme un momento de él.
Lo más extraño fue que nunca dieron las doce y aun sigo bailando y riendo en sus brazos. Siento sus besos en mi boca y conozco de memoria sus palabras. Estoy acá atrapada en un cuento de hadas que no termina y soy inmensamente feliz.
Es extraño, todavía sigo siendo Cenicienta y hablando con ratones,
Escucho en las mañana el canto de los pájaros y entiendo cada una de sus conversaciones.
Pero lo más extraño de todo esto es que ya no recuerdo quién era antes y sólo sé que es el final del viaje, que este es el lugar que siempre busqué y soñé.
¿Será que aún los deseos más locos se hacen realidad?
Aldhanax Swan
Agudicé el oído y traté de escuchar lo que decían, me hablaban a mí pero no decían mi nombre.
Una mano me sacudió el hombro.
Al verla no pude entender dónde estaba ni quién era, pero si que estaba diciéndome que prepare el desayuno. ¿Yo? No pude pensar con más claridad. Otro alguien me sacó de la cama y me llevó arrastrando a la cocina, volvió a gritarme que me apurara y se marchó.
Entre tanto aturdimiento no alcanzaba a terminar de despertarme y analizar mi realidad.
¿Cómo había llegado ahí? ¿Dónde estaba? Y ¿quiénes eran esas personas?
Sentía que mi cuerpo actuaba automáticamente preparando las cosas y sirviendo las bandejas, pero no me daba cuenta de lo que hacía.
De golpe encontré un montón de ratas… ¡¡¡ratas!!! Dando vueltas a mis pies, y una me pareció que me hablaba, será el cansancio pensé, es parte de un sueño extraño, me dije.
Pero ahí estaba yo, más despierta que muchas veces conversando con una rata.
—Apurate Cenicienta —dijo la rata dos veces
—¿Cenicienta? —me causó gracia, esto debía ser un mal sueño, pero no.
Había poco tiempo para pensar y mucho por hacer. Traté de adaptarme al lugar y hacer aquello que me pedían sin razonar mucho más.
Cuando todo se calmó fui a mi cuarto, ¿mi cuarto? Me miré al espejo, y comprobé que era Cenicienta. Mi cabeza daba vueltas y no podía entender qué hacía en un cuento de hadas, rodeada de animales que hablaban y pájaros que me cantaban alegremente.
Miré mejor y allí había un vestido arreglado y listo para usar.
Entonces era verdad, estaba dentro de un cuento.
Recordé la historia y sonreí para mis adentros, iría a la fiesta del príncipe. Mi sueño hecho realidad.
Cerré los ojos y me dejé llevar por aquella magia que lo hacía todo extraño, diferente y posible.
De pronto volví a escuchar a “mis hermanastras” y a su madre gritando en la escalera. Quería que se callaran, disfrutar de ese día era lo que esperaba, pero parecía algo imposible en ese lugar.
Me puse el vestido que estaba en la cama, me arreglé el pelo lo mejor que pude y salí, recordando cada página que había leído cientos de veces.
Vi sus rostros llenos de ira al bajar, sentí su odio y envidia, sentí como me rompían el vestido diciendo que no estaba en condiciones de asistir a la fiesta. Y aunque conocía como seguía, sentí ganas de llorar por la impotencia de no saber qué hacer.
Pensé si en verdad vendría el hada madrina y todo terminaría bien.
Y así fue, cuando la casa estuvo en total oscuridad y silencio, del fondo de la chimenea una chispa salió y se transformó en un hada celeste que con su varita mágica transformó mis andrajos en un vestido hermoso y mis alpargatas en zapatos de cristal, y afuera me esperaba una carroza con lacayos.
Llegué a la fiesta y todos se daban vuelta para mirarme, los hombres querían bailar conmigo, pero había uno que me enamoró con sus ojos azules, me tomó de la mano y bailamos toda la noche.
Sentí sus manos en mi cintura y la mirada penetrante que no podía evitar. Qué extraño sentimiento me unía a él, era como estar bailando en una nube, y sólo escuchaba música y su risa! Me decía cosas tan lindas, era tan simpático. Era imposible separarme un momento de él.
Lo más extraño fue que nunca dieron las doce y aun sigo bailando y riendo en sus brazos. Siento sus besos en mi boca y conozco de memoria sus palabras. Estoy acá atrapada en un cuento de hadas que no termina y soy inmensamente feliz.
Es extraño, todavía sigo siendo Cenicienta y hablando con ratones,
Escucho en las mañana el canto de los pájaros y entiendo cada una de sus conversaciones.
Pero lo más extraño de todo esto es que ya no recuerdo quién era antes y sólo sé que es el final del viaje, que este es el lugar que siempre busqué y soñé.
¿Será que aún los deseos más locos se hacen realidad?
Aldhanax Swan
11 comentarios:
Los sueños son el motor que nos mueve a diario, y claro que algunos se hacen realidad, muy logrado tu relato...
Al, qué cuento de Cenicienta más bonito.
Es un final ideal, mágico y precioso, que todo el mundo debería encontrar.
Soñar y soñar, hasta que los sueños se hagan realidad.
Sencillamente genial,querida amiga.
Felicidades y sigue feliz viviendo tu propio cuento.
Besos.
Muy bueno, seguramente te enamoraste de alguien que no era el príncipe esperado, aunque sí que fue tú príncipe. De ahí que rompieses con el cuento conocido y continuases con el tuyo propio, mucho mejor, por supuesto.
Enhorabuena por el relato.
Besos.
Qué bonito... la verdad es que ha sido como acompañarte a ese cuento , que todos conocemos al dedillo.
Espero que sea para siempre, que seas feliz...
Muy bonito relato,
Enhorabuena, por este broche de oro para el presente tema.
Gracias amiga.
Un beso
Natacha.
Si bien ya pasé por todos los blog a dar las gracias. Quiero nuevamente hacerlo y además comentarles que me hace muy feliz participar de este blog.
Muchas gracias por sus palabras a todos.. :)
todos alguna vez soñamos con ser esa princesa y conocer a nuestro principe, pero solo eran sueños.
el tuyo hoy al menos se hizo un poquito realidad
muy bonito tu relato
un saludo
Pues el otro día soñe que estaba dormida encima una mesa o algo que no recuerdo bien, me despertaba y un "señor mayor" miraba como lo hacía y estando los dos ahí él esperaba que me volviera a dormir, y me dormia.
¿eras tu?
¿Escuchas las conversaciones de los pájaros? ¿Eso no es cotillear? Menuda Cenicienta XDD
Sería maravilloso vivir en un mundo de fantasía, para nuestro consuleo tenemos los sueños y la imaginación.
Que bonito final!!!..
Felicidades..
Sandra
Que maravilloso cuento, con final felíz, un gusto leerte!!! besos!
Esos sueños...jeje Bonita incursión en un bello cuento. Coincido...bonito final.Felicidades
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