La noche se apoderaba del bosque bajo el mando de la luna. Ínsthar, gran guerrera de la comarca Alfáthor, había caído bajo las fauces de su peor enemigo, el nigromante Próctor. Hacia muchos años que se habían enfrentado por primera vez. En aquella ocasión, la joven Ínsthar consiguió escapar con la ayuda de sus amigos, pero… esta vez… la fortuna no estaba de su lado.
Tras luchar contra el ejército enemigo, Los Perami, y atravesar cientos de cuerpos con sus dagas de ámbar verde, el agotamiento hizo mella en las fuerzas de la joven, que aunque rodeada por treinta guerreros nórdicos sedientos de sangre, no cesó de luchar hasta verse apresada.
Su esbelta figura surcaba el cielo sobre las potentes manos de sus secuestradores, quienes la portaban ante su jefe. La sangre seca de sus enemigos pintaba su piel. El sudor le otorgaba un brillo que ensalzaba su tez, bronceada por el sol. Yacía a los pies de Próctor, cuando éste le propinó una patada. Ínsthar despertó de un dulce sueño. Al percatarse de lo acontecido, un fiero rugido escapó, rabioso, de su garganta. En sus ojos, la venganza lanzaba dagas hirientes que atemorizaba a los allí presentes.
—Ínsthar, la hechicera, está a mis pies —aclamó Próctor a sus súbditos, que rompieron en aplausos y vítores a su Rey.
—Esta vez no vendrá nadie a salvarte, ya me he ocupado de ellos. Estas sola, y pagarás por tu insolencia hacia mi grandeza durante tantos años.
Ínsthar ignoraba las burdas palabras de su enemigo, e intentaba escapar pidiendo auxilio a su amigo Calvarían, mediante una habilidad que había aprendido de las hadas de Swálior. Allí le enseñaron a comunicarse con la ayuda de las hadas del aire.
El tiempo se esfumaba, y mientras gritaba, angustiada por no conseguir conectar con Calvarían, el eco de un hechizo se escabulló desde la fétida boca de Próctor, introduciéndose en sus delicadas, y perfectas orejas.
—Ínsthar, mujer valerosa, temida por los más feroces guerreros, ocuparás el lugar que te corresponde en un mundo lejano, de donde no podrás regresar. Perderás tu cuerpo para convertirte en un hada insignificante y débil. No te has rendido a mi poder y magnificencia, y ello te arrastrará a una vida etérea y fútil.
Próctor unió sus manos, sopló sobre ellas varias veces, y las separó, desprendiendo sobre la joven un polvo luminoso, que la hizo desaparecer al instante.
Despertó entre hojas de platanero, acurrucada para mantener el calor, ya que su cuerpo se mostraba desnudo tras el viaje. Sus manos recorrieron su piel, reconociendo su figura. En la espalda encontró unas preciosas alas traslucidas, con las que conquistaría el cielo. Se vistió con unas pequeñas hojas de un árbol cercano, cubriendo su diminuto cuerpo, y emprendió el vuelo con dificultad.
Una mañana, mientras exploraba el bosque, escuchó los gritos de un chico en peligro. A pesar del hechizo, no había perdido sus habilidades con las dagas, ni en la lucha cuerpo a cuerpo, ni siquiera en la estrategia para el combate.
Aleteó, hasta alcanzar una velocidad de vértigo y, plegando las alas, se dejó caer en picado, hacia el lugar de donde provenía la llamada de auxilio. El niño luchaba por zafarse de las manos de un rechoncho pirata, cuando la vio aparecer.
Las pequeñas alas se movían con fuerza manteniéndola, sin esfuerzo, en el aire, al tiempo que entonaba un canto desconocido. Al instante, y gracias a su magia, la bella Ínsthar se multiplicó por mil hadas, que revoloteaban alrededor del pirata, propinándole patadas, y golpes maestros, que le abocaron a la locura, y a una cobarde huida.
Ínsthar se posó en la nariz del niño, y le miro a sus ojos de miel.
—¿Cómo estas pequeño? —le pregunto el hada.
—Bien, gracias. ¿Cómo has podido dar esa patada… y ese truco? El chico, excitado, deseaba conocer cada secreto de esa hada, de lo que sus ojos habían visto.
—Ya te lo contaré con mas tiempo. Una graciosa risa sonó por el bosque.
—¿Como te llamas, pequeña hada? -preguntó el niño.
Tras mucho pensar, decidió bautizarse con un nuevo nombre…
—Campanilla, ¿y tú?
—Yo me llamo Peter, Peter Pan.
Ínsthar Malar
Tras luchar contra el ejército enemigo, Los Perami, y atravesar cientos de cuerpos con sus dagas de ámbar verde, el agotamiento hizo mella en las fuerzas de la joven, que aunque rodeada por treinta guerreros nórdicos sedientos de sangre, no cesó de luchar hasta verse apresada.
Su esbelta figura surcaba el cielo sobre las potentes manos de sus secuestradores, quienes la portaban ante su jefe. La sangre seca de sus enemigos pintaba su piel. El sudor le otorgaba un brillo que ensalzaba su tez, bronceada por el sol. Yacía a los pies de Próctor, cuando éste le propinó una patada. Ínsthar despertó de un dulce sueño. Al percatarse de lo acontecido, un fiero rugido escapó, rabioso, de su garganta. En sus ojos, la venganza lanzaba dagas hirientes que atemorizaba a los allí presentes.
—Ínsthar, la hechicera, está a mis pies —aclamó Próctor a sus súbditos, que rompieron en aplausos y vítores a su Rey.
—Esta vez no vendrá nadie a salvarte, ya me he ocupado de ellos. Estas sola, y pagarás por tu insolencia hacia mi grandeza durante tantos años.
Ínsthar ignoraba las burdas palabras de su enemigo, e intentaba escapar pidiendo auxilio a su amigo Calvarían, mediante una habilidad que había aprendido de las hadas de Swálior. Allí le enseñaron a comunicarse con la ayuda de las hadas del aire.
El tiempo se esfumaba, y mientras gritaba, angustiada por no conseguir conectar con Calvarían, el eco de un hechizo se escabulló desde la fétida boca de Próctor, introduciéndose en sus delicadas, y perfectas orejas.
—Ínsthar, mujer valerosa, temida por los más feroces guerreros, ocuparás el lugar que te corresponde en un mundo lejano, de donde no podrás regresar. Perderás tu cuerpo para convertirte en un hada insignificante y débil. No te has rendido a mi poder y magnificencia, y ello te arrastrará a una vida etérea y fútil.
Próctor unió sus manos, sopló sobre ellas varias veces, y las separó, desprendiendo sobre la joven un polvo luminoso, que la hizo desaparecer al instante.
Despertó entre hojas de platanero, acurrucada para mantener el calor, ya que su cuerpo se mostraba desnudo tras el viaje. Sus manos recorrieron su piel, reconociendo su figura. En la espalda encontró unas preciosas alas traslucidas, con las que conquistaría el cielo. Se vistió con unas pequeñas hojas de un árbol cercano, cubriendo su diminuto cuerpo, y emprendió el vuelo con dificultad.
Una mañana, mientras exploraba el bosque, escuchó los gritos de un chico en peligro. A pesar del hechizo, no había perdido sus habilidades con las dagas, ni en la lucha cuerpo a cuerpo, ni siquiera en la estrategia para el combate.
Aleteó, hasta alcanzar una velocidad de vértigo y, plegando las alas, se dejó caer en picado, hacia el lugar de donde provenía la llamada de auxilio. El niño luchaba por zafarse de las manos de un rechoncho pirata, cuando la vio aparecer.
Las pequeñas alas se movían con fuerza manteniéndola, sin esfuerzo, en el aire, al tiempo que entonaba un canto desconocido. Al instante, y gracias a su magia, la bella Ínsthar se multiplicó por mil hadas, que revoloteaban alrededor del pirata, propinándole patadas, y golpes maestros, que le abocaron a la locura, y a una cobarde huida.
Ínsthar se posó en la nariz del niño, y le miro a sus ojos de miel.
—¿Cómo estas pequeño? —le pregunto el hada.
—Bien, gracias. ¿Cómo has podido dar esa patada… y ese truco? El chico, excitado, deseaba conocer cada secreto de esa hada, de lo que sus ojos habían visto.
—Ya te lo contaré con mas tiempo. Una graciosa risa sonó por el bosque.
—¿Como te llamas, pequeña hada? -preguntó el niño.
Tras mucho pensar, decidió bautizarse con un nuevo nombre…
—Campanilla, ¿y tú?
—Yo me llamo Peter, Peter Pan.
Ínsthar Malar
12 comentarios:
Que ilusion,jeje....Espero que os guste.
Ínsthar es la protagonista de las historias de nuestro amigo Calvarian....ademas de ser mi yo mas guerrero...jeje.
Un beso
En este relato no llegué a tiempo de ayudarte...Veo que te las has arreglado en el otro mundo para seguir siendo la protagonista. jeje. Nada más y nada menos que campanilla. Delicioso
Besix
Insthar,como fiel seguidora de los relatos de Calvarian, al comenzar a leer he visto el desatinado rapto tuyo a manos de esos captores que acabaron por ser vencidos...
Pero luego nos dejas un final inesperado e igualmente precioso.
Me ha parecido fantástico guerrera mítica.
Besos.
Fabuloso; has conseguido introducirte en uno de los cuentos más célebres de una forma magistral, cómo sólo las grandes hadas son capaces de hacer.
Te felicito.
Un beso.
genial, para nada me esperaba verte convertida n campanilla
me ha gustado mucho
saludos
Que boniiiiiiiiiiito!!!!!
Me ha encantado, se lo contaré a mi hija esta noche !!!
Gracias
Cariños
Sandra
Guauuuuu...Qué chulo...!! Es el vivo retrato, de la Instar autentica. O... mejor dicho...de la autentica Inés.Ese grito...madre mía...casi ná!!
Felicides, mitica gerrera. Te lo mereces.
Un besitooooo
Que bonito!!! me encantó, y me has sacado una sonrisa de esas que normalmente ves a los niños.
Muy bello cuento!! me gustó mucho, besos!
...GENIAL, COMO TODO TU SER AL COMPLETO. BESOS DE TU MAC.
Gracias a todos por vuestros comentarios, que animan a escribir un poquito mas....
Un beso muy especial, a calvarian mi compañero de batallas y gran amigo. A la lelo, la que me regalo la fuerza y la pasion por sentir y hacer sentir. Y a Adan, por ser mi mac,un buen amigo.
Un beso a todos, y muchas gracias por leerme. NOs vemos, chauuuu
un giro muy original desde los relatos de Calvarian hasta el cuento de Peter Pan que personamente me gusta muchisimo... muy acertado tu relato
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