Me hizo gracia, el otro día mientras estaba conduciendo escuché en la radio una canción que me transporto a mis años juveniles.
La canción que escuchaba se titulaba “En el Andén” de un grupo musical llamado Melón Diesel.
Como el artículo está relacionado con el Amor platónico os contaré mi historia… quizá una de mis tantas historias que no he olvidado.
Todas las mañanas cogía el metro para ir hasta mi colegio, y allí en el Andén… todas las mañanas... estaba... él.
Un chico algo mayor que yo, a mí me resultaba guapísimo, alto con una melena cortita y negra como el azabache, unos ojos grandes negros y una piel… uff... una piel… preciosa, quizá eso fue lo que primero me llamó la atención.
Día tras día allí los dos, a veces coincidíamos en el mismo vagón, otras veces… había tanta gente… que nos metían a trompicones en diferentes vagones.
Me acostumbré a su presencia, si algún día no lo veía me preocupaba, pensando qué le podía ocurrir.
Después de un tiempo de coincidir diariamente, una mañana se puso al lado mío y me dijo HOLA, uff ese saludo para mi fue...
Así que todos los días deseando coger el metro para simplemente decirle HOLA, me atraía de una manera tremenda, procuraba arreglarme un poco más que antes, aunque llevando uniforme poco podía hacer, ya que estudiaba en un colegio de monjas y allí la disciplina era enorme.
Pero me encantaba, nunca dijimos ni una palabra más larga de “hola”, pensaba en él, incluso le comenté a mi gran amiga, lo que sentía por el chico del andén.
Cruzábamos nuestras miradas en repetidas ocasiones, mientras pasábamos estación y estación, hasta que yo me bajaba. Nunca supe cual era su destino, en cambio él, el mío si.
Una mañana después de coincidir a diario con él, durante 6 meses, no lo vi, ni la siguiente, ni la siguiente, empecé a preocuparme, a pensar lo que le habría podido ocurrir, siempre nerviosa cuando bajaba las escaleras para acceder al andén y siempre con la esperanza de poder encontrármelo de nuevo.
Me gustaba, me atraía un montón y no sabía el porqué, si ni siquiera habíamos intentado conocernos, pero la realidad es que pensé que me había enamorado.
Una mañana cuando ya mis esperanzas estaban perdidas le vi, allí estaba de nuevo, con sus ojos negros y grandes a su lado estaba una chica con un bebé en brazos, él me miró, yo le miré esperando el saludo, quizá esperando una explicación de su desaparición que duró un mes, mantuvimos las miradas durante unos segundos, él hizo un gesto como para quizá dejar salir por su boca ese “hola” esperado, pero algo le interrumpió.
El llanto del bebé que había a su lado le hizo girar la cabeza, llegó el metro, y nos montamos, ellos estaban en la otra punta de ese vagón, y yo no paraba de moverme para poder divisar su cabeza, que me fue imposible, llegó mi estación y me bajé, con una pena enorme, el tren siguió su marcha y yo mientras subía las escaleras para salir, notaba en mi nuca como una mirada diciendo…”adiós, hasta siempre”.
Ese fue el último día que coincidí con mi amor platónico, nunca volví a verle, pero ese hombre se me quedó grabado muy hondo en mis recuerdos.
Quizá siempre me ha quedado la duda de lo que podía haber ocurrido, si yo en una de tantas miradas aparte del “hola” hubiera tenido menos vergüenza y me hubiese acercado hacía él para entablar alguna conversación, pero no pudo ser y siempre se me quedará la duda de… lo que hubiera podido ocurrir y no ocurrió.
Leznari
La canción que escuchaba se titulaba “En el Andén” de un grupo musical llamado Melón Diesel.
Como el artículo está relacionado con el Amor platónico os contaré mi historia… quizá una de mis tantas historias que no he olvidado.
Todas las mañanas cogía el metro para ir hasta mi colegio, y allí en el Andén… todas las mañanas... estaba... él.
Un chico algo mayor que yo, a mí me resultaba guapísimo, alto con una melena cortita y negra como el azabache, unos ojos grandes negros y una piel… uff... una piel… preciosa, quizá eso fue lo que primero me llamó la atención.
Día tras día allí los dos, a veces coincidíamos en el mismo vagón, otras veces… había tanta gente… que nos metían a trompicones en diferentes vagones.
Me acostumbré a su presencia, si algún día no lo veía me preocupaba, pensando qué le podía ocurrir.
Después de un tiempo de coincidir diariamente, una mañana se puso al lado mío y me dijo HOLA, uff ese saludo para mi fue...
Así que todos los días deseando coger el metro para simplemente decirle HOLA, me atraía de una manera tremenda, procuraba arreglarme un poco más que antes, aunque llevando uniforme poco podía hacer, ya que estudiaba en un colegio de monjas y allí la disciplina era enorme.
Pero me encantaba, nunca dijimos ni una palabra más larga de “hola”, pensaba en él, incluso le comenté a mi gran amiga, lo que sentía por el chico del andén.
Cruzábamos nuestras miradas en repetidas ocasiones, mientras pasábamos estación y estación, hasta que yo me bajaba. Nunca supe cual era su destino, en cambio él, el mío si.
Una mañana después de coincidir a diario con él, durante 6 meses, no lo vi, ni la siguiente, ni la siguiente, empecé a preocuparme, a pensar lo que le habría podido ocurrir, siempre nerviosa cuando bajaba las escaleras para acceder al andén y siempre con la esperanza de poder encontrármelo de nuevo.
Me gustaba, me atraía un montón y no sabía el porqué, si ni siquiera habíamos intentado conocernos, pero la realidad es que pensé que me había enamorado.
Una mañana cuando ya mis esperanzas estaban perdidas le vi, allí estaba de nuevo, con sus ojos negros y grandes a su lado estaba una chica con un bebé en brazos, él me miró, yo le miré esperando el saludo, quizá esperando una explicación de su desaparición que duró un mes, mantuvimos las miradas durante unos segundos, él hizo un gesto como para quizá dejar salir por su boca ese “hola” esperado, pero algo le interrumpió.
El llanto del bebé que había a su lado le hizo girar la cabeza, llegó el metro, y nos montamos, ellos estaban en la otra punta de ese vagón, y yo no paraba de moverme para poder divisar su cabeza, que me fue imposible, llegó mi estación y me bajé, con una pena enorme, el tren siguió su marcha y yo mientras subía las escaleras para salir, notaba en mi nuca como una mirada diciendo…”adiós, hasta siempre”.
Ese fue el último día que coincidí con mi amor platónico, nunca volví a verle, pero ese hombre se me quedó grabado muy hondo en mis recuerdos.
Quizá siempre me ha quedado la duda de lo que podía haber ocurrido, si yo en una de tantas miradas aparte del “hola” hubiera tenido menos vergüenza y me hubiese acercado hacía él para entablar alguna conversación, pero no pudo ser y siempre se me quedará la duda de… lo que hubiera podido ocurrir y no ocurrió.
Leznari
16 comentarios:
Tal vez no era tu destino. Esos amores tan intensos sin más que un "hola" parece que no pudieran sostenerse... Sin embargo son vividos con tremenda intensidad, como en este relato.
el chico del andén, seguramente, también añoró siempre y guardó ese deseo de hablarte y conocerte...
Precioso, Lez.
Esos grandes ojos negros aún te seguirán pensando...
Qué bonita historia.
Enhorabuena y gracias por compartirla.
Natacha.
Uff como dices tú, Leznari.
Uff porque el final de tu relato es para mí la clave de tantas y tantas cosas en la vida... A veces la veo como un ajedrez, y poco cuesta mover las piezas pequeñas. Los peones, o bien hacer una jugada que no conlleva mayor riesgo que mover y esperar. Pero mover una grande, que indica algo concreto, que más que estrategia es mensaje... eso es más complicado. Tu relato acerca a la sensación que intento describir y me gusta todo él, narrado desde la sencillez que mueve y remueve el interior, recordándonos que hay caminos sin iniciar, porque quizás el inicio no se vio acompañado del impulso de la vida...
Un fuerte abrazo.
Emig
Lez querida, me ha gustado muchísimo!
Esa intensidad que dice Natacha se percibe desde el principio al fin...
Y ese primer paso nunca dado nos deja un sabor de lo que hubiera sido, lo que convierte precisamente a ese amor en platónico.
Te felicito, amiga mía!
Qué bonito! A veces yo también me paro a pensar en el "y si..."... pero, ¿sabes? Creo que lo bonito de estas historias es lo que no fue, porque así es como calan hondo en la memoria y en el alma y hacen que los recuerdes con cariño y una sonrisa.
Me pregunto qué pensaría él si leyese tu relato :P UN besote.
La historia deja su huella no solo por la tension en el desarrollo, sino por el final que suena triste peor a la vez tan cotidiano.¿Quién sabe cuántas historias habrá como esa? Muy bien escrito.
A veces el volver la mirada hacia el pasado, dirigiéndola a un momento irrepetible, crucial, que hubiera podido cambiar nuestras vidas y quedó solamente en eso, en el "si yo hubiera..." o en el "quizás", todo ello es una tortura lenta que oprime y tuerce el corazón de los románticos soñadores. Creo que pocas torturas del alma son tan punzantes y dolorosas como las de quien, a pesar de saberse enamorado, se ve forzado a callar...Y, en los años juveniles, el "amor platónico" es el primero en experimentarse, creo yo. Esos vagones del tren seguramente significarán más que un débil recuerdo para ti.
Buena historia, saludos
Un amor de miradas un sólo hola si que es verdaderamente platónico,a lo mejor le intrigabas como persona,el encontrarte ahi todos los días pero su timidez al igual que la tuya os pudo...
Eso si que ha sido dejar pasar un tren,nunca se sabe a lo mejor como pareja una vez conociéndoos se os hubiera roto esa magia que teníais de lo desconocido ,pero podíais haber sido amigos,amigos de charla en el trayecto de tren de vuestras vidas..
Un saludo, me ha encantado el relato
Muchas veces nos quedamos con la duda, al no haber hecho algo: y si..., por eso casi siempre hago lo que me hace sentir el impulso; claro, es estos casos el riesgo es arrepentirte de lo hecho.
Está muy bien escrito y seguro que le ha pasado a más de un@.
Un besito
Opino lo mismo que Natacha, querida Lez, aquel chico no era tu destino. ¿Quizás porque estaba casado o quizás era su hermana o una amiga a la que acompañaba? A veces no sabemos porqué ocurren las cosas. Tu relato es como la vida misma, todos hemos pasado alguna vez por el típico "... y si...?”, siempre nos quedará alguna pregunta abierta.
Me ha gustado mucho Lez, un besito guapa.
Leznari, qué bonito relato.Parece querer salir de la historia esa sensación de ansia por verlo, por saludarlo.Algo tan simple e importante para ti.
Triste final esperado por saber de qué van estas cosas, pero con las ganas de que hubiese dejado de ser un amor platónico para la protagonista.
Me ha gustado mucho.
Un beso.
Una historia tan cotidiana y llena por lo tanto de verdad! Has dicho tan bien las emociones que se viven cuando encuentras a alguien que te roba las palabras... efectivamente lo que hace a este amor platónico es lo no realizado y el "si hubiera..." que enmarca la historia y lo convierte en un bonito recuerdo en el sentido de toda la euforia que seguía al imaginar el encuentro. Me ha gustado mucho.
Haydeé :)
Mi querida Natacha, en verdad fue emocionante arreglarme todos los días, pendiente de ese o aquel grano para que él no me lo notara.
Tu sabias la historia, recuerdas mis llegadas al colegio emocionada y contandote mi primer "hola" con él.?
Besitos.
LEZ
Muchisimas gracias a todos por vuestros comentarios, me alegra que os haya gustado, al principio me daba un poco de verguenza escribirlo, no sé....pensé que mi chico del andén era ya fruta pasada..pero al comenzar a relatarlo, recordar ese tiempo me dió fuerzas para compartirlo con vosotros.
Saluditos y gracias.
LEZ
PD: He leído todos los relatos pero por falta de tiempo solo he contestado a unos pocos, prometo hacerlo en breve en todos.
Tambien piensa que hubiese podido ocurrir si el se atrevía alguna vez a decir algo mas que un hola, la vida los hizo coincidir pero sólo para dejarles un bello recuerdo de un amor que no fué.
Bonito escrito, y mas aun por ser real.
Después de escribir y leer los comentarios, me he puesto a pensar...y si alguna vez cuando coja el metro me lo encuentro de nuevo?.
Pues os diré algo, si me lo volviera a encontrar de nuevo y nos reconocieramos quizá después de ese hola, entablaria una conversación dulcé con él y le contaria lo que me ocurrio en mi pasado para pasar a tener ( si se puede) una relación de amigos.
Besitos a todos.
LEZ
Ay, todo lo que pasa en el metro, verdad Lez.
Cuanta gente vemos a diario y como nos quedamos prendados por algunos hombres (bueno... yo mujeres, ja, ja).
Más de una vez me he preguntado si será simpática, qué voz tendrá, etc., pero nunca nos atrevemos a decir nada verdad. Y desde el momento en que la descubrimos, la buscamos todos los días. Has hecho fantásticamente eligiendo este escenario, en el que tantas veces nos han sucedido cosas parecidas.
P.D.: Como siempre te dedico alguna tontería (y porque sé que te gusta, ja, ja) te contaré que una vez sí me entró una chica. Me sonreía y yo la miraba con el rabillo del ojo, mientras leía un libro en mi regazo. Entonces se sentó a mi lado y, ni corta ni perezosa, se recostó con la cabeza en mi libro, mirándome hacia arriba directamente a los ojos y sonriendo dijo "holaaa"... no sé lo que hubiera pasado si la chica no hubiera estado ¡borracha como una cuba! ja, ja.
Estas historias del metro...
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