ESTAMOS PUBLICANDO AHORA LOS RELATOS DE: GÉNERO: "LIBRE"; TEMA: "EMPECEMOS JUNTOS".

ÓRDEN DE PUBLICACIÓN EN EL LATERAL DEL BLOG. DISFRUTAD DE LA LECTURA, AMIGOS.


martes, 13 de enero de 2009

VOCES Y SOLEDADES


El hombre, aquella noche, se había despertado sobresaltado. Una voz, que quien sabe de donde procedía, le había dicho –de súbito- que: “el coronel sigue esperando”. El hombre, algo aturdido, se había alzado a medias en la cama y alargando el brazo había tomado una botella de agua y bebido un par de sorbos. Aquello había terminado de despertarlo. Se sentía intranquilo. A pesar del brusco despertar no era consciente de que antes hubiera estado soñando. Cuando uno se despierta de golpe y está soñando, suele recordar el sueño, pero él no recordaba nada. Todo sugería que bruscamente, sin introducciones previas, alguien se había metido en su mente y le había grabado “a fuego” aquella enigmática frase: “el coronel sigue esperando…”

Desvelado, sin hacer ruido para no despertar a la mujer, el hombre se levantó y se encaminó al salón de la casa. Torpemente comenzó a rebuscar en su desordenada biblioteca. Al cabo de un rato terminó encontrando aquella edición de 1982 de una novela tremendamente sugestiva, que en sus años de joven maduro le había cautivado:

“El coronel –comenzaba aquel libro cuyas páginas amarillentas acusaban ya el paso de los años- destapó el tarro del café y comprobó que no había más que una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata.
Mientras esperaba a que hirviera la infusión, sentado junto a la hornilla de barro cocido en una actitud de confiada e inocente expectativa, el coronel experimentó la sensación de que nacían hongos y lirios venenosos en sus tripas. Era octubre. Una mañana difícil de sortear, aun para un hombre como él que había sobrevivido a tantas mañanas como ésa. Durante cincuenta y seis años –desde cuanto terminó la última guerra civil- el coronel no había hecho nada distinto de esperar. Octubre era una de las pocas cosas que llegaban.

Su esposa levantó el mosquitero cuando lo vio entrar al dormitorio con el café. Esa noche había sufrido una crisis de asma y ahora atravesaba por un estado de sopor. Pero se incorporó para recibir la taza.

-Y tú –dijo.

-Ya tomé –mintió el coronel-. Todavía quedaba una cucharada grande.

En ese momento empezaron los dobles. El coronel se había olvidado del entierro. Mientras su esposa tomaba el café, descolgó la hamaca en un extremo y la enrolló en el otro, detrás de la puerta. La mujer pensó en el muerto.

-Nació en 1922 –dijo-. Exactamente un mes después de nuestro hijo. El siete de abril…”

Cuando terminó de leer las primeras páginas de aquella novela que hablaba de las soledades de un viejo coronel, el hombre –cerrando el libro- cerró también sus ojos. Recostado en la butaca, en la dormivela que acompaña a las madrugadas, intentaba encontrar alguna explicación a aquellas enigmáticas palabras que alguien le había dictado poco antes. Estuvo así durante un tiempo cuya duración le resultaría imposible cuantificar. No fue capaz de encontrar ninguna explicación. Volvió a abrir los ojos un par de horas después cuando escuchó que la mujer, que se había levantado, se acercaba por el pasillo. Mientras la miraba, escuchó como ella, sonriente, le decía:

-Vaya, he tenido un sueño encantador. Me habías hecho un rico café “de puchero”, de esos que ya nadie hace, y me lo habías llevado a la cama. Que bonito detalle, por tu parte. Pero claro, proseguía, solo era un sueño…

El hombre, mientras esbozaba una sonrisa tan complaciente como aturdida a su esposa, sentía –como el viejo coronel de la novela- esa extraña sensación de que algunos animales se estaban desarrollando en sus tripas. Esa voz del más allá, que quien sabe de donde venía y porqué lo hacía, también había sido escuchada por la mujer, si bien ella no había llegado a tomar conciencia clara.

La intranquilidad del hombre ante aquel doble aviso inesperado aumentó en un primer momento. No encontraba ninguna explicación a aquellas palabras, que se habían grabado en su mente utilizando medios que rompían las leyes usuales de la Psicología. Pronto, sin embargo, cuando habían pasado solamente unos minutos, ese sentimiento de temor ante lo desconocido se desvaneció. A través de un golpe de intuición, su mente, al fin, le había brindado una respuesta al enigma. Sentía, en efecto, que su alma le estaba diciendo que tenía que esforzarse por trasladar “a la vida cotidiana”, como en sus años de jóvenes, el amor intenso que sentía por aquella mujer, con la que había terminado, incluso, compartiendo los sueños.

Con los ojos levemente humedecidos, pero feliz, consciente de que tenía que esforzarse por trasladar lo que era obvio a las relaciones diarias, el hombre se levantó de la butaca y se encaminó a la cocina, en donde comenzó a trastear en los cajones de los armarios.

-¿Qué haces? –le dijo ella sorprendida.

-Busco un puchero, cariño, busco un puchero… –respondió él sonriendo.

ANTIQVA

11 comentarios:

Marinel dijo...

Antiqva,leí,si no me equivoco, este relato en tu blog. Me encantó entonces y lo sigue haciendo.
Es bonito ver que la afinidad entre dos seres que se quieren,llega al punto de compartir hasta los sueños...
Y es mágico comprobar que en ellos se da un toque de atención hacia ese amor que se ha acomodado y que es necesario, despierte de su letargo...
Precioso.
Besos.

Esther dijo...

Una historia encantadora antiqva y más el detalle que él quisiera hacer el sueño realidad, el llevarle el café...Un beso

Patricia López dijo...

Compartir los sueños... tres palabras mágicas que me han llenado de emoción.
Precioso relato, amigo.
Un abrazo y felicitaciones.

Oscar García dijo...

Muy bonito el relato, y de paso me han entrado ganas de leer una de las pocas novelas de García Márquez que aún no he leído.

Saludos

Autores Reunidos dijo...

Antiqva, precioso relato. A veces las parejas se olvidan de ver lo que tienen a su lado. Tesoros que se pierden por falta de cuidados...
Un bonito aviso, tierno y magníficamente llevado.
Gracias de nuevo por tantos regalos.
Natacha.

Pedro Estudillo dijo...

Un relato encantador y con un profundo mensaje que me llega a mí también.
Me ha gustado la evocación a García Márquez, uno de mis escritores favoritos.
Un beso.

La Rizos dijo...

Qué texto más lindo!
Me ha encantado porque supongo que me siento en parte identificada; tengo que esforzarme por no dejar de lado aquellos detalles que encandilaron a mi pareja, no permitir que la confianza rompa el encanto. Genial nombrar a García Marquez...Muy bonito.

isis de la noche dijo...

... Es que las almas que están unidas por el Amor, atraviesan JUNTAS todos los mundos..

Eso solo se logra con el TIEMPO compartido.. Que nos va mostrando todos los rostros del amor.

hermoso relato amigo... digno de tu mágica pluma ;)

un abrazo..

AHEO dijo...

Precioso! Este relato ha sido como un terrón de azúcar listo a deshacerse en el café aquel... Que bello Antiqva... muy bello...
Un abrazo.
Haydeé

Calvarian dijo...

Si es que...Lo que no haga un café..

SUSURU dijo...

Felicitaciones Antiqva!!!

me alegro y me emociona ver como se van multiplicando las letras, los autores y las diferentes propuestas.

Sin duda, todo está atravesado por la magia del amor que cada cual pone en su tarea.

Un abrazo desde Buenos Airres, Argentina.