ESTAMOS PUBLICANDO AHORA LOS RELATOS DE: GÉNERO: "LIBRE"; TEMA: "EMPECEMOS JUNTOS".

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domingo, 11 de enero de 2009

PERDIDA EN MI MENTE

Era la primera vez que experimentaba esa extraña sensación; también fue la primera que pude sentir lo que creo que debe ser eso a lo que llamamos infierno
.
Nunca me hubiese imaginado a mí mismo comportándome de esa manera, y aún hoy no soy capaz de encontrar una explicación racional.

Desperté y miré el reloj; inmediatamente me levanté con el pulso acelerado y dando trompicones me vestí. Sin salir de la habitación eché un vistazo alrededor, confuso. Algo me decía que no debía estar allí en ese momento, pero mis neuronas eran incapaces de transmitir impulsos; me dolía detrás de la cabeza, la noche anterior me estaba pasando factura.

Cogí el móvil y busqué en la agenda para llamar a Ángela, necesitaba verla. Sin embargo no encontré su número, o lo había apuntado mal. La noche anterior había vuelto a nacer y mi estado de ánimo no podía ser mejor, a pesar de que en ese momento me sentía aturdido y desorientado; me dirigí al baño, bajé la cabeza y entre sonrisas vomité hasta vaciarme.

Fui caminando hasta su casa, llamé al timbre un par de veces y al rato sonó una voz cansada que me aseguró hasta la saciedad que allí no vivía Ángela, y que no le sonaba ese nombre de nada. Lo intenté en el piso de arriba, pero más de lo mismo.

Con los nervios ahogándome salí a la acera, miré hacia el edificio y eché un vistazo a ambos lados de la calle; estaba convencido de que tan solo unas horas antes había estado allí, despidiendo a Ángela, abrazándola y besando sus deliciosos labios cuyo recuerdo me quemaba las entrañas; allí, en ese mismo portal la observé mientras cerraba la puerta y me decía adiós con un sensual gesto. No podía creer que me hubiese engañado de esa forma, pero tenía la certeza de que fue en aquel lugar donde me despedí de ella. Mientras trataba de recordar me vino una arcada y estuve a punto de volver a vomitar en medio de la calle.

Empecé a caminar sin rumbo con un único pensamiento: ¿por qué me había hecho eso? Poco después me detuve ante otra posibilidad aún más horrible: ¿lo había soñado? Sin embargo era imposible, había bebido pero lo recordaba todo con claridad, esas cosas no se olvidan. Incluso antes de dormir me dije que nunca dejaría escapar a esa chica.

Tenía que encontrarla, aunque la única información que tenía era un supuesto número de teléfono que no encontraba en mi agenda y una dirección en la que a nadie le sonaba el nombre de Ángela.

El primer paso fue sentarme en un banco y recorrer uno a uno todos los números de mi móvil por si lo había apuntado con otro nombre: no hubo suerte; después anduve por todas las calles adyacentes, ampliando posteriormente el círculo de búsqueda. Finalmente volví abatido, con el sol enviando sus últimas luces y los pies destrozados. Una vez en casa me conecté a Internet para buscar en los directorios telefónicos alguna Ángela que viviese por la zona, y de nuevo acabé frustrado.

Pasé toda la noche frente a la pantalla del ordenador pensando qué hacer o cómo buscarla. Al día siguiente era incapaz de centrarme en el trabajo; por la tarde me ausenté sin llamar para dar una explicación; esa noche tampoco dormí.

¿Qué me has hecho Ángela? ¿Por qué deseo tanto a una mujer con la que no sé si estuve en realidad o en mis sueños?

Sólo me había dejado un nombre, un recuerdo y una herida que me estaba consumiendo la vida.

Cada vez tomaba más fuerza la idea de que todo había sido producto de mi imaginación: su cara, su cuerpo, sus labios y hasta su voz; después llegué a desearlo con toda mi alma. No podía olvidarla y su recuerdo me dolía, me quitaba el sueño, el hambre, las fuerzas y la existencia.

En varios días no conseguí dormir más de tres horas. La persona que vivía en mi casa no era yo, sino un fantasma que vagaba sin rumbo de un lado a otro. Trataba de auto convencerme de que todo había sido un sueño; me recriminaba por ser tan estúpido; por haberme obsesionado hasta ese extremo con una mujer inexistente; incluso el pequeño resquicio de sensatez que aún me quedaba no podía creer que el resto de mí estuviese actuando de esa manera.

Ya no sabía si me dolía más asumir la realidad de lo que había ocurrido o el hecho de que hubiese caído en la desesperación hasta tal punto. Me sentía humillado y doblegado por una ilusión que se hizo añicos desde el primer momento.

¿Qué pensaría Freud de todo esto?

Tras varias semanas en las que lentamente iba volviendo a la normalidad, pensaba en aquello y lo veía lejano e imposible. Había vivido un tiempo enajenado por culpa de lo que ya no tenía claro si había sido un dulce delirio o una horrible pesadilla.

El dolor de su recuerdo se volvía más soportable; el recuerdo de una diosa que entró en mi mente como un huracán y trastocó mi vida entera sin piedad; que me hizo subir al cielo por unos instantes para precipitar todo mi ser hasta un infierno oscuro.

Todo había acabado al fin.

Algún tiempo después, una mañana lluviosa, mientras miraba tranquilo las gotas posarse en la ventana, recibí una llamada: era Ángela.

Oscar García

13 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bueno, buenísimo!

Además he picado directamente en la entrada y he empezado a leer sin saber quién lo había escrito, para ser totalmente objetiva

Te superas día a día, Oscar; me ha encantado.

Un beso

Pedro Estudillo dijo...

Un relato maravilloso. Pensé que sería una pesadilla, más que un sueño, pero el giro final lo cambia todo, dejándolo en un misterio sublime. Además está escrito magistralmente.
Mis felicitaciones.
Un abrazo.

Autores Reunidos dijo...

Oscar un torbellino de sensaciones contrapuestas, dudas.... hasta el final...
Me gustó mucho.
Un texto genial.
Gracias amigo.
Natacha.

isis de la noche dijo...

...He ahí la razón de por qué no hay que dejar de creer.. aunque parezca inverosímil, aunque todo nos diga lo contrario... ¿quién sabe no?

;)

un abrazo

Patricia López dijo...

Genial!! Lo disfruté muchísimo.
Coincido con Pedro: magistral!

Un abrazo, Oscar.

Marinel dijo...

Oscar, fantástico.Me has tenido en vilo intentando averiguar si era sueño o realidad...
Sueño,me he dicho,sin duda muy real,pero sueño...
Y ese final...¡pobre hombre!
Ya me gustaría saber cómo acaba todo!!!
Muy bueno, de verdad.Enhorabuena.
Besos.

La Rizos dijo...

Wow! Si es que las mujeres somos así de misteriosas y esquivas :P Muy buen relato: bien escrito, intrigante y en algunos momentos angustioso. Felicidades :)

Oscar García dijo...

Muchas gracias a todos, me alegro de que os haya gustado mi relato, esto me anima a seguir compartiendo con todos vosotros los textos que vayan surgiendo.
Un gran abrazo!

Esther dijo...

Yo llego con retraso a leerlo pero aqui estoy...Me ha gustado mucho Oscar y al final veo que no fué un sueño por la llamada ,mejor :).besitos

AHEO dijo...

Vaya, el final ha sido muy "esperanzador"... después de todo ese remolino de sentimientos tan bien escritos.
Un abrazo.
Haydeé

Abril dijo...

Oscar, a veces nuestros sueños son mas reales que la propia vida... me gustó!!

I. Robledo dijo...

Pero bueno, como se te ocurre conocer a Angela y luega pasarte mas de la cuenta con la bebida...

Esas cosas no se hacen...

Ja,ja,ja,

Intrigante relato, felicidades.

Un abrazo

Calvarian dijo...

Al menos ella llamó...que suerte