La brisa era de una suavidad tal que asemejaba una caricia aterciopelada del viento. Volaba con las alas extendidas entre el ramaje de la espesura del bosque en el que nació, creció y ahora también se había enamorado.
Supo todo en un instante, tras muchas señales dictadas por su pequeño corazón de hada, al fin, lo había reconocido. Era amor…
Desde el momento justo en el que supo ver tras la maraña de sucesos, desde que la venda de sus ojos cayó, dejó de ser la misma.
Sonreía embobada recordando las fuertes palpitaciones, el ligero sudor bañando su cuerpo, el calor profundo en su mejillas al verlo o sentir sus alas rozándola.
Se perdía entre las hojas pensando en las palabras venidas de su boca, en sus manos posándose en las suyas mientras sus ojos se cruzaban en miradas chispeantes.
Se deslizó grácil hacia la tierra verdosa, posándose delicadamente en una hermosa flor que se esponjó para ella.
Cerró los ojos al entorno y los abrió a su interior, a esos pensamientos en los que daba forma a su vida al lado del ser que había conquistado su existencia.
Sí, su vida, su razón de existir, ahora eran de él.
Todo era de dimensiones distintas. El anochecer, era un introducirse en los mundos del no ser, sólo una espera obligada. Las horas que transcurrían en ese trance, el camino para llegar hasta él. El despertar, era la ilusión convertida en realidad, hecha ser luminoso, radiante, hermoso como ningún otro.
Quedaban en ese paraje rodeado de flores, bordeado por árboles de altura celestial, de arbustos algodonados donde se amaban sin recato, con absoluta devoción el uno por el otro.
La separación era dolorosa a pesar de ser efímera, pues permanecían unidos largo tiempo entre caricias y risas, charlas y paseos. Sin embargo, día tras día, el atardecer llegaba calladamente para separarlos de nuevo.
Jamás podrían abrazarse en la negrura de la noche. Nunca podrían compartir el sueño con las alas pegadas y sus piernas enredadas. No podrían sentir la necesidad de acariciarse bajo las estrellas y la luna sonriente a lomos de un nenúfar navegante.
Él, triste, se alejaba de su amada ascendiendo a las alturas con pesadez absoluta, con la desgana propia del amante enamorado que no dejaría nunca a su amor acompañada de la soledad abrumadora. Ella, lo miraba alejarse con el corazón encogido y lágrimas en su rostro de hada.
Volvería la mañana y con ella el sol. Lo sabía y sin embargo, cada paso que los separaba era un puñal clavado, un dolor insoportable e incurable. Más, con la certidumbre de que sería así eternamente o al menos hasta que su ciclo vital se la llevase a ella hacia el mundo donde las hadas dormían sin despertar.
El sol, capacitado para transformarse, lo hizo por diversión. No podía imaginar enamorarse de una de esas haditas que retozaban entre la espesura y que observaba divertido entre sus rayos calurosos.
Fue pensado y hecho.
Ahora sentía como si sus propios rayos se hubieran invertido en contra de él, cada vez que había de separarse de esa piel sedosa, de esos cabellos de espuma, de esas alas de encaje que lo envolvían por entero. No se hubiese arrepentido de no saber que el final estaba pronto, que su adorada tenía los días contados y su amor tocaba a su fin.
Estaba rendida por el cansancio y el deseo satisfecho. Sus miradas preñadas de amor eran torrentes lacrimógenos. Ella y él, él y ella abrazados sabiéndose ya alejados para siempre.
Eligió unas hojas tiernas para el sueño definitivo y durmió…
Ese amor sublime se hizo leyenda, se hizo cuento para las pequeñas hadas nacidas cuando la protagonista ya marchó a tierras de ensueño.
Contaban, que una lluvia dorada inundó el bosque iluminándolo todo de forma espectacular. A partir de ese momento y tras el llanto dorado, el sol nunca más volvió a brillar en ese rincón, convirtiéndose en una zona oscura y húmeda.
Los que se atrevieron a penetrarla contaban entre suspiros que habían visto un pequeño lugar resplandeciente, una especie de burbuja, en la que podía verse al hada hermosa dormida … y constantemente iluminada…
Marinel
16 comentarios:
Marinel, volví a mis años de la infancia, cuando mi abuela me contaba cuentos... leyendas...
Qué mágica manera de escribir, que es capaz de llevarnos a ese bosque y vivirlo, no solo leerlo.
Gracias por este magnífico cuento de hadas, precioso, cielo.
Natacha.
Maravilloso. Tendré que imprimirlo para contárselo a mi futuro hij@. Ya no se encuentran cuentos así, como los de antes.
Me ha encantado.
Besos.
Qué cosa mas linda, joooo :_) Me he enternecido y todo, porque me recuerda a los cuentos que me encantaba leer de niña. Muchas gracias :*
estupendo.
un conto muy hermoso.
saludos desde poryugal
http://coresemtonsdecinza.blogspot.com
Marinel, al leerte retrocedí algunos años y recordé los relatos de fantasía en los que solía perderme.
Muy tierno y bonito, lo disfruté mucho.
Te mando un beso, querida amiga.
Bellisimo "cuento de hadas", amiga, y esa lluvia final de luz quizas ni sea un mero recurso literario, sino que a veces esta se produce, claro si en el reino de las hadas.
Un abrazo, amiga
Linda historia, con mucha imaginación, sentimiento y ternura. Imagino que eres buena para contar historias a los niños, acompañandolas de tu voz con una calida entonación.
HOLA MARINEL!!!!!!!
bellísimo cuento infantil, como los de antes, tierno y profundo......
felicitaciones sinceras!!!!!!!!!
...
Dicen que el amor debe morir para ser eterno...
Aaay... pues el amor no se acaba si los amantes no se ven, no se tocan o no se hablan... Es la fuerza que ha unido sus almas para siempre..
Eso es lo que me ha enseñado tu maravilloso cuento amiga..
un abrazo inmenso..
Gracias a tod@s por vuestros cálidos comentarios.
Cada vez estoy más contenta de haberme atrevido a exponerme ante vosotr@s,pues sois muy comprensivos conmigo, muy indulgentes y verdaderamente amig@s.
Besos para tod@s.
Sabes? yo también sonrio embobada leyendo todo lo que escribes, PRECIOSO como todo lo que sale de ti.
Un beso.
LEZ
Me ha gustado la magia que desbordas Marinel.
Encantado de leerte otra vez.
Lez, muchas gracias amiga mía.
Es que soy muy fantasiosa, jejejej.
Muchos besos.
Oscar, también gracias a ti por tu comentario.Es que me encanta la magia, la chispa de la vida...
Muchos besos.
Muy bello tu cuento Marinel, he visto como en un sueño todos los momentos del relato. Felicidades.
Haydeé
Gracias Haydeé.
Una que es un tanto fantástica,jejejej.
Besos.
Marinel... ¿un cuento? Así sea quizás... Pero dicen que algunos o muchos o todos los cuentos llevan algo que enseña. En el tuyo, veo algo que me enseña y es a ver desde la imaginación la amplitud del consenso natural que nos rodea, y cuando l razón no es visible, quizás la sinrazón es quien habla, y la sinrazón puede ser la imaginación, silente sendero que nos lleva hacia el despertar...
Muchos besos, encanto de mujer.
Emig
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