Sabrina encontró la caja ese día, casualmente, mientras revolvía trastos viejos en el desván, en busca de un disfraz para el acto escolar de su hija.
En un comienzo pensó hacerla a un lado, puesto que tenía muchos quehaceres pendientes, y más aún porque se sentía fastidiada en medio de esa molesta pátina de polvo que cubría la habitación en desuso. Pero creyó oír un extraño sonido en el interior de la caja, que llamó su atención.
Entre la maraña de objetos viejos, se destacaba un estuche azul. Sus dedos curiosos fueron directo a él, y allí descubrió un reloj de plata que jamás había visto antes, muy fino, con sus propias iniciales grabadas. Intrigada, lo acercó a su oído, pero no funcionaba, obviamente. Quién sabe cuánto tiempo haría que estaba abandonado allí… debería preguntarle a su esposo si era suyo, aunque esas iniciales…
Una tarjeta se desprendió de la base del estuche, con algunas líneas impresas:
No solía leer poesías, no las comprendía. Sin interés, guardó rápidamente el reloj. Ya se le estaba haciendo tarde para preparar la cena… Pero otra tarjeta apareció ante su vista:
¿De quién sería ese reloj? ¿Qué significarían esos versos?
Un viento fuerte que se había desatado en ese preciso instante entró por la ventana e hizo volar las tarjetas de su mano. Miró hacia fuera… negros nubarrones amenazadores cubrían el cielo, que había amanecido despejado horas atrás. En su jardín, donde solía trabajar afanosamente para mantener resplandecientes sus rosas y jazmines, ahora percibía signos de debilidad, donde la tierra reseca se abría como si no hubiera sido regada por largo tiempo.
Buscó las tarjetas esparcidas y releyó cuidadosamente cada palabra, esforzándose por comprender las metáforas encerradas en ellas, y presintiendo que tenían relación con ese misterioso reloj y con ella misma.
Tomó nuevamente el estuche. Una sonora carcajada la sorprendió, haciéndole perder el equilibrio y erizándole la piel. El temor recorrió su columna vertebral, a la vez que un relámpago se dibujaba tímido en el cielo.
Temerosa, volteó las tarjetas y en su dorso continuó leyendo:
Intimidada, Sabrina creyó que había desatado involuntariamente algún antiguo maleficio, y a pesar de las burlas y risas que profería el objeto, lo puso en hora y le dio cuerda, en un desesperado intento de retornar a la realidad.
Un penetrante silencio ocupó el espacio durante pocos segundos, que permitió dejar oír un leve tictac desde el corazón de aquel reloj… El viento enfurecido comenzó a calmarse y dar paso a los truenos, que se hicieron escuchar con plenitud y fuerza… y la enorme bolsa de agua estalló. La lluvia, alegre y vivificante, comenzó a palpitar, inundando las bocas sedientas de la vida y devolviendo el mágico encanto a su jardín.
Sabrina guardó su reloj y se ocupó de que siempre estuviera en funcionamiento y sincronía. Jamás se había atrevido a contar lo sucedido en aquella ocasión, pero con el transcurso del tiempo comprendió que no eran casuales sus iniciales inscriptas allí.
Un torbellino de ideas la invadía… reposo, movimiento… acción, reacción… causa, consecuencia… Sus acciones y sus pensamientos repercutían sobre su entorno, era parte de él y era responsable por él, pero debía comenzar partiendo de su propio ser. Su vida sin emociones –cómoda, por cierto- le daba seguridad pero nada más. Su resistencia al cambio hubiera permanecido invariable por mucho tiempo, si aquel día no hubiera descubierto que ella también podía dar cuerda a su propio corazón, el que una vez activado, no tendría marcha atrás, como aquel reloj de plata… como la vida misma…
@Patrulich
En un comienzo pensó hacerla a un lado, puesto que tenía muchos quehaceres pendientes, y más aún porque se sentía fastidiada en medio de esa molesta pátina de polvo que cubría la habitación en desuso. Pero creyó oír un extraño sonido en el interior de la caja, que llamó su atención.
Entre la maraña de objetos viejos, se destacaba un estuche azul. Sus dedos curiosos fueron directo a él, y allí descubrió un reloj de plata que jamás había visto antes, muy fino, con sus propias iniciales grabadas. Intrigada, lo acercó a su oído, pero no funcionaba, obviamente. Quién sabe cuánto tiempo haría que estaba abandonado allí… debería preguntarle a su esposo si era suyo, aunque esas iniciales…
Una tarjeta se desprendió de la base del estuche, con algunas líneas impresas:
Las agujas plateadas del reloj
se habían oxidado.
Las horas, los minutos se alargaban
como por encanto.
La ilusión del tiempo se quebró
en un infantil llanto
y la esfera celeste daba vueltas,
con lentos pasos.
se habían oxidado.
Las horas, los minutos se alargaban
como por encanto.
La ilusión del tiempo se quebró
en un infantil llanto
y la esfera celeste daba vueltas,
con lentos pasos.
No solía leer poesías, no las comprendía. Sin interés, guardó rápidamente el reloj. Ya se le estaba haciendo tarde para preparar la cena… Pero otra tarjeta apareció ante su vista:
La tierra sedienta y agrietada
entró en un letargo
y a gritos pedía su bebida,
trago a trago.
Las tiernas raíces y las flores
en su manto de hojas secas y terrones grises
pedían amparo.
entró en un letargo
y a gritos pedía su bebida,
trago a trago.
Las tiernas raíces y las flores
en su manto de hojas secas y terrones grises
pedían amparo.
¿De quién sería ese reloj? ¿Qué significarían esos versos?
Un viento fuerte que se había desatado en ese preciso instante entró por la ventana e hizo volar las tarjetas de su mano. Miró hacia fuera… negros nubarrones amenazadores cubrían el cielo, que había amanecido despejado horas atrás. En su jardín, donde solía trabajar afanosamente para mantener resplandecientes sus rosas y jazmines, ahora percibía signos de debilidad, donde la tierra reseca se abría como si no hubiera sido regada por largo tiempo.
Buscó las tarjetas esparcidas y releyó cuidadosamente cada palabra, esforzándose por comprender las metáforas encerradas en ellas, y presintiendo que tenían relación con ese misterioso reloj y con ella misma.
Tomó nuevamente el estuche. Una sonora carcajada la sorprendió, haciéndole perder el equilibrio y erizándole la piel. El temor recorrió su columna vertebral, a la vez que un relámpago se dibujaba tímido en el cielo.
Temerosa, volteó las tarjetas y en su dorso continuó leyendo:
Pero el obstinado reloj,
absurdo, abstracto,
prorrumpía en burlonas carcajadas,
soez, empecinado.
Los truenos se ahogaban en su propia garganta,
en sobresalto,
y el cielo sin estrellas suspiraba,
aguardando un milagro.
absurdo, abstracto,
prorrumpía en burlonas carcajadas,
soez, empecinado.
Los truenos se ahogaban en su propia garganta,
en sobresalto,
y el cielo sin estrellas suspiraba,
aguardando un milagro.
Intimidada, Sabrina creyó que había desatado involuntariamente algún antiguo maleficio, y a pesar de las burlas y risas que profería el objeto, lo puso en hora y le dio cuerda, en un desesperado intento de retornar a la realidad.
Un penetrante silencio ocupó el espacio durante pocos segundos, que permitió dejar oír un leve tictac desde el corazón de aquel reloj… El viento enfurecido comenzó a calmarse y dar paso a los truenos, que se hicieron escuchar con plenitud y fuerza… y la enorme bolsa de agua estalló. La lluvia, alegre y vivificante, comenzó a palpitar, inundando las bocas sedientas de la vida y devolviendo el mágico encanto a su jardín.
Sabrina guardó su reloj y se ocupó de que siempre estuviera en funcionamiento y sincronía. Jamás se había atrevido a contar lo sucedido en aquella ocasión, pero con el transcurso del tiempo comprendió que no eran casuales sus iniciales inscriptas allí.
Un torbellino de ideas la invadía… reposo, movimiento… acción, reacción… causa, consecuencia… Sus acciones y sus pensamientos repercutían sobre su entorno, era parte de él y era responsable por él, pero debía comenzar partiendo de su propio ser. Su vida sin emociones –cómoda, por cierto- le daba seguridad pero nada más. Su resistencia al cambio hubiera permanecido invariable por mucho tiempo, si aquel día no hubiera descubierto que ella también podía dar cuerda a su propio corazón, el que una vez activado, no tendría marcha atrás, como aquel reloj de plata… como la vida misma…
@Patrulich
15 comentarios:
Patri... una bella metáfora de nuestra propia vida, al menos así lo entendí... reloj parado.. vida acabada, corazón sin latido... sin amor...
Desde luego tu protagonista fue valiente, dio cuerda, "revivió" ese reloj parado...
Gracias por tan lindo consejo, bellas palabras para una bella escritora.
Un beso, cielo
Natacha.
Un relato apasionante. Me ha dejado sin aliento, sobretodo por ese final en el que golpeas nuestras conciencias dormidas. Ahora mismo le doy yo también cuerda a mi corazón, por si acaso.
Mis felicitaciones.
Un beso.
Wow, qué pedazo de cuento-conciencia. Lo cierto es que he tenido que leerlo dos veces, para no perderme ni un matiz y saborear bien tu historia... y me ha fascinado. Gracias por animarme la jornada laboral de lunes ^_^
Precioso,apasionante relato, mi querida amiga.
La vida late al compas del tic tac del reloj...por eso hay que mantenerlo activo, siempre con la cuerda a tope para que no se pare y el cielo amenace oscuridad...
Patrulich que cuento más metafórico,más cálido y tierno.
Eres una gran relatadora,amiga mía y tus cuentos son como el mismo reloj protagonista.
Enhorabuena desde dentro de mi reloj...
Besos mil.
Muy bueno e imaginativo. Sabes como relacionar un hecho común con otro fantástico de manera verosímil. Cada dia te luces mejor.
Un beso,amiga.
Qué bien dicho!!!! A veces necesitamos estar en el ojo de la tormenta, convocarla, invocarla... y despertar..
Muy lindo relato!!
Un inmenso abrazo ;)
tic.. tac... ;) Que cada segundo cuente..
Un relato estupendo como todo lo que escribes.Ese reloj guardaba tanto misterio.. muy buena historia.
besitos
Muy bonita e intrigante historia!!
Me ha gustado el derroche de imaginación en los versos de las tarjetas.
Saludos
Es verdad, quise plasmar una metáfora de la propia vida, donde no solemos detenernos a escuchar al corazón y menos aún, darle la "cuerda" debida, donde nos dejamos llevar por lo rutinario y el apuro por cumplir con las obligaciones sin disfrutar de cada actividad, sólo transcurriendo y no viviendo a pleno.
Tal vez me quedó un tanto misterioso o extraño, con la mezcla de esos versos. Quise envolverlo en un halo de misterio y fantasía, con un toque de locura personal también.
Les agradezco mucho el tiempo que se tomaron al pasar a leerme!
Los abrazo con cariño.
Amiga, yo quisiera encontrarme un reloj de esos... Que bien has construido la historia, y los versos vienen perfectamente adecuados.
Un abrazo, amiga
hola patrulich!!!!!
que puedo decirte reina mía, que ya no te haya dicho........
tienes tantos valores en tu corazón, que salen a través de estas bellas palabras.....
me fascinó este relato y también parar para darle cuerda a mi corazón!!!!!!!!
gracias por divulgar este don que tienes y que sé que amas desde niña.............
no dejes nunca de escribir!!!!!!!!
un abrazo enorme con el corazón en la mano......(míralo aquí está para tí)
Que cierto es Patri!!! hay momentos que no nos damos cuerda y nuestro corazón empieza a latir más lentamente..ese es el momento de volver a darle cuerda para que siga activado años y muchos años más, sitiendo, acariciando, amando.... como aquel reloj de plata… que necesitó de nuevo tener vida.
Un besito.
LEZ
Me ha gustado eso de darle cuerda al reloj, el personal, el que le da ritmo al corazón... bonito.
Un abrazo, Patru.
Haydeé :)
Ummm; Patrulich, es como si me leyeras el pensammiento; nustras cómo das vidas..., ¡cuántas veces nos impiden vivir de verdad! Mi eterna lucha.
Me ha encantado. Un besazo
Esplendente relato... poco a poco marcando su propio tiempo, en el que pausadamente entras y te dejas llevar por algo que parece una vivencia escondida de algún momento de la vida. Vivencia que se ha sucedido de alguna forma, y quizás pasado desapercibida. Darse cuenta de algo importante: lo que somos y lo que podemos hacer, crear, inventar... porque formamos parte de un universo con el mayor de los regalos: ser un universo pequeño.
Precioso Patrulich.
Un beso,
Emig
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