Hacía ya 20 años que trabajaba como jefe de seguridad, casi los mismos que llevaba enamorado de ella. Carlo había heredado el trabajo de su padre. Puede decirse que era tradición familiar. No era el empleo que él había soñado, pero en aquel momento era lo único que tenía. Su vida pasaría a convertirse en un ir y venir rodeado de obras de arte, trabajando como empleado en la Galleria Borghese de Roma. Él quería algo mejor. Lo que jamás pensó fue encontrarla allí.
La conoció en su primer día de trabajo y desde entonces la adoró, como sólo se adora al verdadero amor. Carlo estaba felizmente casado y era padre de dos hermosas niñas, pero ninguna de sus princesas, como él las llamaba, provocaba en su interior tal guerra de sentimientos. Vivía luchando contra la realidad y por ahora se negaba a dar la guerra por perdida. Sabía que ese amor era imposible, pero se obligaba a sí mismo a seguir sujeto a esa fantasía. Esa mujer era lo que le permitía levantarse cada mañana y recorrer la distancia que les separaba, para perder otro día en un trabajo que no lo satisfacía y ganar otras horas a su lado.
La galería abría sus puertas a las 10 de la mañana, pero ella siempre estaba allí cuando Carlo llegaba. Nunca le había fallado. Incluso antes de abrir las puertas o desconectar las alarmas se reunía con su amada. Necesitaba verla para poder comenzar su día. Era como una droga, una adicción a la que no podía resistirse. Sabía que ella no podía corresponderle, pero de todos modos era feliz amándola.
- Buenos días mi bella dama, otro día más, aquí estoy. Pasaré a verte durante mi turno, si tú me lo permites.- le decía sonriendo cada día, sin obtener respuesta, mientras la observaba embelesado. Eres perfecta, pensaba. Luego se despedía con un gentil beso en la mano. Deseaba más, pero era lo único que tenía permitido y pese a ser un pequeño gesto de amor, le llenaba el corazón.
- Hasta luego mi amor..
Cientos de personas visitaban la galería cada jornada y decenas de hombres se paraban en seco a mirarla, cuando se cruzaban con ella. Entendía tal reacción, porque a él le había sucedido lo mismo. Iba con el director de la galería, conociendo los entresijos del empleo, cuando la encontró; de repente, eran sólo los dos, el director se había esfumado, los visitantes eran una sombra en segundo plano, el mundo había quedado reducido a su diosa de piel de marfil. Desde ese instante la amó. Fue el motivo por el que aceptó el empleo, aún seguro de que su amor no llegaría a convertirse en realidad jamás.
Sin embargo hoy era un día especial, distinto a los demás. Hoy su amor le dolía. Le oprimía el corazón y el pecho, sin ni siquiera dejarle respirar. Quería estar con ella, quería tocarla, besarla, hacerla suya y no podía. ¿Por qué demonios el amor tenía que ser tan cruel?
Esperó hasta la hora de cierre para correr a su vera. Las horas se le habían hecho eternas. Cierto es que la visitó varias veces cuando el dolor ya se le hacía insoportable, pero no se pudo pararse a hablar, no con testigos que juzgasen su amor. Vacía la galería y cerradas todas las puertas, se dirigió a su encuentro. Cuando la tuvo enfrente las lágrimas ya le cubrían sus mejillas.
- Dime ¿por qué me enamoré de ti? Soy un hombre cuerdo enamorado de una estatua o tan sólo soy un loco. Mi amor se resume en un bloque de frío mármol. Querida Dafne, mi amor, te quise desde el primer día y mil noches he soñado con poder besarte y que tú me besases. Mil noches te he imaginado bajando de ese pedestal para rodearme con tus gélido brazos y mil noches me desperté llorando al saber que jamás sería realidad, que jamás vería esos ojos y que jamás escucharía tu voz diciéndome mi amor.
- He intentado olvidarme de ti pero no puedo. Me enamoré y ahora soy tuyo. Dejé de pertenecerme a mí mismo para convertirme en ti. ¿Por qué no luchas y te liberas de los brazos de Apolo? Le odio por ser tu captor pero a la vez lo entiendo, si yo tuviese la mínima oportunidad ten por seguro que no te dejaría escapar, aunque los dos nos transformásemos en laurel ,para vivir juntos la eternidad.
- ¡¡¡ Cobra vida, por favor¡¡¡¡- le suplico entre sollozos
Desahogado de su dolor se desplomó y lloró como un niño a los pies de la estatua de Apolo y Dafne. Su amor de mármol.
Ocupaciones de jubilada
Hace 2 meses
18 comentarios:
un amor frío como el mármol y duro como el perdernal, imposible de realizar
un abrazo
BELLO RELATO CON UN FINAL MUY TRISTE .CONMOVEDORTA TU HISTORIA Y UNBESO .
mMª JOSÉ
hay amores que desde el principio te congelan el corazón ,aunque lo intentes no puedes escapar y tendras que sufrirlos , precioso un abrazo .21 gramos .
me ha encantado! es muy bonito, llega muy dentro, que final tan triste!! y yo que creía que era de carne y hueso ja un saludo!
Preciosa historia que nos conduce al mito de Pigmalión y Galatea, en este caso la escultura acaba cobrando vida.
En educación, son muchos los estudios realizados en base a este mito, hasta tal punto de elaborar la teoría del efecto Pigmalión.
Tu relato es una buna combinación de literatura y cultura.
Saluditos.
gracias chicos por los coemntarios.
saludos
Me ha parecido muy original y es más hasta mitad del relato no me pude imaginar que era una estatua.
Besos
un relato muy bien construido y uno de los amores mas imposibles del mundo, pero es que donde manda el corazon, la razon no tiene cabida, y me imagino el dolor del pobre Carlo cuestionandose incluso su propia cordura
HOLA QUERIDO AMIGO TU ESCRITO MUY BELLO UN POCO TRISTE Y COMO FUE QUE LA ESCULTURA COBRO VIDA TE FELICITO
BESOS TU AMIGA
Has sabido reflejar a la perfección el amor imposible por excelencia. He sentido pena por el protagonista, pero el amor es así, no entiende de carnes calientes o mármoles fríos, por algo dicen que es ciego.
Felicidades por tan bello relato.
Un beso.
Duro ese amor...y dura la piel de la estatua sin corazón...
Pero algo mágico pulula en el relato que te hace creer en la posibilidad de que cobre vida y sean felices...
Ilusión al fin.
Muy buen relato Seo.Me ha gustado mucho.
Besos.
Seo, hay amores que son imposibles... solo hasta cierto punto... por que los protagonistas no dan el paso, porque la sociedad no lo admite... pero desde luego, tu amor, este amor tuyo... es tan triste porque es irrealizable de todo punto...
Muy tierno y muy bonito.
Gracias por tus letras, cielo.
Un beso
Natacha.
Precioso y muy triste.Y yo pensando que era la guia del museo...¡¡ qué chasco...!!
Me ha encantado. Enhorabuena Seo.
Un saludo.
Pilar
Me agradó el escrito, en primer lugar porque la estatua de Dafne y Apolo que hizo Bernini siempre me ha encantado, la historia del dios perseguidor de una bellísima mujer que se convierte en laurel, justo en el momento en que el otro le daba alcance, y además me agradó porque me recuerda a Pigmalión, enamorado de su obra. Saludos
Hasta el gleciar mas petreo y helado acaba derritiendose con las caricias del sol...
Preciosa historia que aunuqe triste como todo lo aparentemente imposble,te regala una sonrisa de enamorado,jeje.
Un saludito
muchas gracias por vuestros comentarios. teniendo en cuenta que es la primera vez que escribo algo aqui no me esperaba que fuese a gustar.y me laegra que muchos de vosotrso no descubrieseis lo de la estatua hasta el final.esa era mi intencion y creo que tan mal no me ha salido,jejeje
un saludo para todos
muakksss
Sinceras felicitaciones. No hay un amor más imposible...Muy original
Saludix
¡Qué escrito tan bien llevado!, esto si que es un amor imposible de corresponder, es decir, de ser compartido.
Saludos.
Haydeé :)
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