Llegué encendida a las cuadras, como sus crines de fuego, después de una noche infernal. Su mirada suave aplaca mi furia; cómo echaba de menos esos ojos enormes, negros y dulces, la ternura de su mirada, su pelo terciopelo rojizo brillando al sol. Cómo anhelaba su calor, esperándome siempre, añorándome siempre. Como yo a él.
—¡Alazán!, te estoy llamando… ¡Llévame a las praderas de tu infancia, a las laderas y los verdes prados de Tesalia y Macedonia!
—¡Vámonos juntos en esta tibia mañana de otoño, vámonos lejos, mi Pegaso!
Me agarraré a tus crines y me elevarás sacudiendo tus alas, galopando juntos: perfecta la armonía, idéntica la cadencia, el movimiento de mis caderas sobre ti. Cada vez más veloz me dejaré llevar, cerraré los ojos hasta que volemos entre nubes de algodón, por techo el cielo, ese cielo azul que sólo los dos juntos alcanzamos cuando nos deslizamos al galope hasta el infinito…
Me subo, ya no nos miramos a los ojos, sólo nos sentimos: tú mis piernas que te indican con suavidad y firmeza por dónde tenemos que ir, yo tu cuerpo, enorme, pegado a mi: pura física, pura química. No somos dos sino un solo ser, mujer caballo, centauro de fuego.
Salimos al galope, sin paseo previo, acostumbrados el uno al otro, anhelándonos, levantando el polvo del camino a nuestro paso, corriendo como el viento por la tierra, agitando las hojas rojizas y amarillas que tiñen el campo de marrón y ocre.
Siento que ya eleva sus pies del suelo, emprendiendo su vertiginoso vuelo. Su melena y mi pelo suelto al viento se confunden como una llamarada, fundidos por la cercanía de mi cara y su cuello, sin nada en mi mente salvo correr cada vez más.
—¡Vuela, indomable!, no voy a tirar de tu brida de oro. Vamos Pegaso mágico, vamos corcel noble, vámonos juntos a disfrutar de esta mañana colmada de árboles color rosa, de lluvia de hojas secas. Las praderas verdes de tu monte Helicón nos esperan y el horizonte azul nos está llamando.
—Levanta tus alas y llévame a la morada de los dioses. Te esperan tu rayo y trueno, tus estrellas y mi luna, lejos de aquí, cerca del sueño.
Reina
—¡Alazán!, te estoy llamando… ¡Llévame a las praderas de tu infancia, a las laderas y los verdes prados de Tesalia y Macedonia!
—¡Vámonos juntos en esta tibia mañana de otoño, vámonos lejos, mi Pegaso!
Me agarraré a tus crines y me elevarás sacudiendo tus alas, galopando juntos: perfecta la armonía, idéntica la cadencia, el movimiento de mis caderas sobre ti. Cada vez más veloz me dejaré llevar, cerraré los ojos hasta que volemos entre nubes de algodón, por techo el cielo, ese cielo azul que sólo los dos juntos alcanzamos cuando nos deslizamos al galope hasta el infinito…
Me subo, ya no nos miramos a los ojos, sólo nos sentimos: tú mis piernas que te indican con suavidad y firmeza por dónde tenemos que ir, yo tu cuerpo, enorme, pegado a mi: pura física, pura química. No somos dos sino un solo ser, mujer caballo, centauro de fuego.
Salimos al galope, sin paseo previo, acostumbrados el uno al otro, anhelándonos, levantando el polvo del camino a nuestro paso, corriendo como el viento por la tierra, agitando las hojas rojizas y amarillas que tiñen el campo de marrón y ocre.
Siento que ya eleva sus pies del suelo, emprendiendo su vertiginoso vuelo. Su melena y mi pelo suelto al viento se confunden como una llamarada, fundidos por la cercanía de mi cara y su cuello, sin nada en mi mente salvo correr cada vez más.
—¡Vuela, indomable!, no voy a tirar de tu brida de oro. Vamos Pegaso mágico, vamos corcel noble, vámonos juntos a disfrutar de esta mañana colmada de árboles color rosa, de lluvia de hojas secas. Las praderas verdes de tu monte Helicón nos esperan y el horizonte azul nos está llamando.
—Levanta tus alas y llévame a la morada de los dioses. Te esperan tu rayo y trueno, tus estrellas y mi luna, lejos de aquí, cerca del sueño.
Reina
24 comentarios:
Reina, preciosa comunión entre tu y ese maravilloso animal.
Juntos capaces de volar y sentir ese viaje maravilloso.
He podido sentir el viento en mi rostro y la emoción de esos músculos tocando mis piernas...
Magnífica descripción.
Gracias por tu viaje, amiga.
Enhorabuena.
Un beso
Natacha.
Muy hábil manera de estimular la imaginación y recrear un escenario fantastico. Es un grato viaje para la protagonista y para el lector.
Que historia más bonita, ese lazo entre tu caballo y tu, me ha gustado.
Saluditos.
LEZ
Reina, gracias por hacerme subir a lomos de ese bello animal... en la realidad, quizás me daría un poco de miedo. Un abrazo
Cuando lo consigues, ser uno solo, la unión total, es indescriptible: viajas a la morada de los dioses o donde quieras; la imaginación al poder...
Gracias todos por vuestro ánimo; así da gusto escribir algo. Un besazo!
Qué bellas emociones se transmiten en tu texto, Reina!
Precioso. Felicitaciones!
Un beso.
la verdad, es increíblemente guapo y noble; sólo puedo hablar así de él; gracias Patrulich.
Un beso
Buen blog, me ha gustado. Nos encantan los relatos y la literatura. Nos une el amor al arte. Si puedes échale un vistazo al mío y si te gusta, un voto:
http://www.hiperbreve.blogspot.com
Sabes Reina, me encantan los pegasos!! ...llevo uno tatuado:-)Para mí es un símbolo de libertad, libertad para soñar, para imaginar...
Me ha gustado, preciosa unión, un beso Reina.
Reina, me has dejado hechizada con esa magia voluptuosa, con esa unión imposible y ensoñadora, con ese deseo de viajar hacia la propia naturaleza representada por rayos,truenos, lunas y estrellas.
La morada de los Dioses debe esperar a esos seres que vuelan bravíos hasta alcanzar la fantasía entre paisajes de ensueño...
¡Qué bonito,chica!
Me parecía estar surcando los cielos subida a ese precioso corcel.
Muy original.
Un besazo.
Era una cinta de fuego mi caballo galopando, crin revuelta en llamarada; mi Alazán, te estoy nombrando... Me encantaba ese poema de Atahualpa cuando era una niña, y veo que a ti también. Muy bonito.
Raúl, mil gracias; la puertas siempre estan abiertas, pasa cuando quieras, besos; también está ahí mi caballo.
Fair Lady yo llevo tatuado el símbolo chino del caballo, jajaja, al lado del ombligo. ¿Qué bueno! Me encantan los caballos y es mi hróscopo chino, debe ser por eso que soy ingobernable... Un besito
Marinel esa unión te prometo que noes imposible, es absolutamente: la siento cada vez que monto a mi caballo, somos uno, nos entendemos a la perfecció; él sabe quién está arriba y yo lo trato dulce, suave y firme; es perfecto. Mil besos, cielo.
Acertaste Bea, cuando escribí:¡alazán te estoy llamando! estaba pensando precisamente en ese poema; a mi hace sentirme triste, porque le escribe a su alazán, pero ya muerto; ¡¡espero que el mío me dure muchos años!! Es mi vida y le adoro; es mi mejor terapia para todo: tristeza, estres, mal humor,... Me bajo nueva. Mil gracias. Un besito!
no puedo imaginarme como es esa comunión, jamas he montado a caballo, pero creo que se describe bastante bien.
Reina un relato muy bonito,nos has transportado a caballo y saborear todo ese paseo,felicidades.
besos
¡Es que no sé describir mejor lo que siento con él! De verda... Es una relación tan distinta, tan especial, no tiene nada que ver con ningún otro animal.
O será él el me hace sentirme así...?
Un besito y gracias
Solo una vez he montado a caballo y la verdad es que quedé impresionada, era una sensación de inimaginable fuerza la que caminaba bajo de mí, ahora que leí tu relato recordé el momento que fué muy pequeño, pero me hace pensar: si eso ocurrió con una vez que lo hice, imagino cómo debe ser lograr una comunión con él, seguro tal como la describes.
Muy bonito Reina, ¡Felicidades!
Haydeé :)
Caray Reina que precioso relato...siempre me han gustado los Pegasos.
Muchos cariños
Hermoso relato y aunque no he tenido muy buena experiencia con los caballos pues casi senti lo que escribiste...
me trasporto a un momento donde casi senti lo mismo!
Excelente relato me encantó y pido disculpas por no haber entrado a dejar comentarios a veces el trabajo realmente me absorbe pero bueno ya me pongo al día.
Les dejo muchos abrazos y muchas bendiciones a todos!
Haydee, ¿a qué sí? es indescriptible... Si te gustó pruébalo más, ya verás. Un besito
Noche, mil gracias; el mío no tiene alas. Besitos
Inés, no creas que ésto fue así desde el primer momento; nos ha costado conseguirlo, me he llevado más de un susto y me he caido más de una vez..., ahora la recompensa ¡vale la pena!
Yo creo que a todos nos pasa lo mismo: el trabajo, las obligaciones,... A mi me encantaría comentar más, pero no doy abasto. Un beso
Bueno, fenómena, tampoco voy a decir más de lo que se ha dicho ya. Tan sólo que apoyo tu relato para que te den el premio, aunque seas la competencia.
Jajaja! Gracias Rafa; lo mejor de este blog es enviar tus relatos, conocer otros, Emig y Natacha que son un cielo y los promotores de esta idea) y el resto de colaboradores que son geniales, como tú. Si te dan un premio, pues bienvenido siempre, ¿no?
Besitos
Reina, qué preciosidad!, me has sorprendido de verdad, me encanta.
Gracias por el regalo.
Muchos besitos
Cristina, anímate; tu último relato encaja con el siguiente tema propuesto. Bueno, a mi me lo parece.
Un besito
Reina... hay que abrir bien los ojos de la imaginación para llegar más allá que es donde llevan tus palabras.
Lo digo así porque así lo siento. No veo impulsos sino todo uno desde el principio, acallado únicamente por el cercano sueño que anuncias al final... un sueño cuyo preludio de fuerza, esconde velas, vientos, pasión y sensaciones...
Precioso, pero algo más: tuyo.
Muchos besos.
Emig
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