Así permanecía durante largas horas, contemplando el paisaje más allá de los cristales sucios de su habitación. Una oleada de sentimientos se le anudaban en la garganta, hasta el punto de hacerla sentir náuseas.
Marchaba entonces lentamente hasta el aseo, y dejaba caer el agua en la bañera. Era el momento de sucumbir en el abrazo acuoso durante un tiempo limitado, en el que la frialdad del agua, la hacía retroceder a esas cuatro paredes asfixiantes en las que se podría decir que vivía…y soportarlas…
No recordaba bien, el momento exacto en el que hizo de aquel habitáculo, su mundo. Sólo recordaba vagamente, la imperiosa necesidad de encerrarse, de alejarse de algo que la aterraba…
Pero…¿de qué se trataba?. Eso era mucho pensar.
Ráfagas de odio, cruzaban bamboleantes por los intrincados caminos de su cerebro. Y luego venía esa sensación opresora y terrible, que identificó como miedo.
Era un miedo visceral, horrible, tortuoso.
Pero…¿a qué?
No lo recordaba. O no quería hacerlo.
Decían que su amnesia, era selectiva y voluntaria, y que con la medicación y el cuidado que allí le proporcionaban, acabaría por recordar y tomar de nuevo las riendas de su vida.
¿En verdad deseaba hacerlo?
Se lo preguntaron en más de una ocasión, y ella tras meditarlo a la ligera, asentía calladamente. Más luego, a solas en su universo individual, acompañada de aquella cama de blancas sábanas, de aquellos dos cuadros de lánguidos paisajes, y de aquella mesita iluminada por la tenue luz de una triste bombilla…
Las visitas…las justas. Y dolorosas. Aquel que decía ser su esposo, aquellos que decían ser sus padres, aquellas miradas compasivas y las sonrisas forzadas…
Todo le indicaba, que el exterior, no le sería muy agradable…
El artefacto apareció de forma misteriosa en su cuarto. Lo vio al despertarse, tras pasar de nuevo una noche agitada, donde ruidos ensordecedores y llantos, la hacían temblar descontroladamente. Alguien lo había colocado justo a los pies de su cama. Situado en una mesita con ruedas, tenía a su lado un mando con el que darle vida.
Se sabía vigilada. Cualquier reacción, sería anotada por manos eficientes. Trató de ser valiente y demostrar, que ese miedo irracional, se iba alejando de ella al fin.
Tomó el mando con manos temblorosas… Un botón. Un solo botón la separaban del mundo real, del imaginario y sosegado que habitaba…
Un chasquido. Imágenes desoladoras aparecieron ante sus asombrados ojos.
-Y con estas escabrosas imágenes, nos despedimos de ustedes hasta mañana, decía el presentador del telediario.
Un grito de horror se pudo escuchar por todos los rincones. Un chillido desgarrado proveniente de su garganta, que fue capaz de nublarle los sentidos hasta hacerla caer en el pozo de la inconsciencia.
En aquel abismo de oscuridad en el que se había sumergido tras el impacto visual, su cerebro abigarrado, no hacía sino mostrarle cuerpos mutilados, sangre llenándolo todo, gentes gritando mientras sorbían lágrimas a raudales. Niños desamparados, cuyas caras mojadas y sucias mostraban bien a las claras, el terror que sentían…
La guerra. Eso es lo que trataba de olvidar, de dejar relegado al olvido.
Ya había acabado, le decían. ¿Y qué? se decía ella misma. ¿Y si estalla otra? ¿y las muchas que perviven aún?
El mundo estaba loco. No ella.
Ella…
Sólo sentía miedo…
Marinel.
Ocupaciones de jubilada
Hace 2 meses
7 comentarios:
Me has dejado sin palabras.
Sin duda, el mejor relato que he leído en mucho tiempo; su redacción perfecta y su contenido.... brutal.
Hay miedos mucho peores que el olvido. A veces mejor olvidar que vivir con una memoria atestada de sufrimientos e injusticias.
De verdad que me ha encantado. Mis felicitaciones.
Un beso.
Marinel, un relato increíble, llevado como solo tu eres capaz de hacer, y que verdad tan cruda, enhorabuena.
Un abrazo
Me pareció excelente tu narrativa, tu modo de llevarnos al sentir de esa atormentada mujer.
Felicitaciones, Marinel!
No podía ser de otro modo.
Un beso grande
Tu relato me ha dejado frío y con un poco de grima -¿qué tal esta palabrita para definir tristeza?- porque desafortunadamente el mundo gira y todos se aplastan en él sin miramientos, unos a otros se asesinan en la guerra por razones fútiles o ideales, guerras por todas las regiones donde se hacen huérfanos, que se quedan al costado de su tierra incendiada, guerra que invade la mente de los hombres que pierden todos sus valores civilizados y se convierten en bestias.¿Quién no tiene miedo y quién no suspira de tristeza? Muy buena historia, saludos
Estremecedor relato, querida Marinel.
Que me puso el vello de punta...
Uf... tu sensibilidad puesta al servicio del miedo... tampoco tiene límites.
Enhorabuena.
Un beso
Natacha.
Magnifico, amiga, magnifico relato...
El temor a lo cotidiano... Aqui las imagenes y las palabras de la Tv, que no dan descanso a las mentes sensibles...
Me encanto tu relato, amiga
Un abrazo, Marinel
Comprendo que la protagonista de tu relato quiera olvidar las horribles imágenes que trae una guerra... Y cuántos seres inocentes sufren las consecuencias de esas guerras, siempre injustas, siempre absurdas.
Muy bueno, niña Marinel.
Besitos, preciosa.
Pilar
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