Lucía se bajó del tren y se quedo quieta esperando hasta que el tren desapareció de su vista, miró el reloj ,las 3.30 de la madrugada , la estación estaba desierta , hacia frío y se subió el cuello de la chamarra pensando en que solo le quedaban cuatro horas para irse a su casa a dormir.
La noche de vigilante en una estación es larga, sobre todo en Enero, cuando los trenes viajan sin gente y el único aliciente es acabar el turno cuanto antes. Al lado de la estación hay un pequeño parque donde en verano se reúnen los chavales por la noche, pero en invierno los viejos árboles cuando sopla el viento hacen un ruido que te encoje el alma.
Lucía pensó que tenía demasiada imaginación, que la estación era segura y que lo mejor era dar una vuelta por los andenes para asegurarse de que todo estaba bien . Un nuevo tren paró en el andén y Lucía miró hacia él y saludó al conductor, era la señal de que la noche pasaba sin novedades .
Por unos segundos le pareció ver unas sombras que subían las escaleras de salida hacia la calle. Cogió el ascensor para llegar antes que ellos , pero en el vestíbulo no había nadie – Me habrá engañado la luz, pensó – en ese mismo momento sintió unas frías manos en los tobillos que le hicieron caer al suelo de un tirón, se revolvió como pudo y consiguió darle unos cuantos golpes a ese animal al que no podía ver la cara por lo rápido del suceso, cayeron rodando los dos por las escaleras , hasta las vías del tren, en ese momento se unió a la pelea otro tipo, que sacando una navaja del bolsillo, se la incrusto en el estómago a Lucía ...ella sintió un calor casi agradable que la paralizaba , un pequeño río de sangre manaba sin parar mientras el tiempo dejaba de existir; Lucía se resistió a los golpes y pudo quitarles la navaja a los intrusos, a uno le pilló de perfil cortándole la mejilla, y al otro le pudo clavar la navaja en la rodilla antes de morir.
Minutos más tarde el tren de vuelta vio el cadáver de Lucía tirado entre los raíles y desde el puesto de mando encendieron las luces de toda la estación. La policía buscó por los alrededores alguna pista de los asesinos, algún indició que pudiese aclarar lo que pasó aquella noche, pero fue en vano, durante muchas noches la policía vigiló todas las estaciones pero no pasó nada.
Y llegó el siguiente invierno ….y una noche de Enero dos hombres viajaban en el tren sin darse cuenta que alguien viajaba a su lado, rozando casi sus nucas, con el estómago por fuera del cuerpo manando un hilo de sangre, y sonriendo, sabiendo que aquel sería el último viaje de sus asesinos ….el frío se apoderó de los huesos de los viajeros, y el terror de su alma cuando reconocieron la sombra de Lucía .
Un dolor espantoso se apoderó de sus gargantas cuando quisieron gritar , y no consiguieron articular ni una sola palabra, sus gargantas fueron seccionadas de un solo tajo, y sus cuerpos tirados en el andén de la estación, ya sin vida.
Cuando llego la policía la pregunta era un clamor ¿Qué habrán visto estos pobres hombres antes de morir, para tener esa cara de espanto?
Lucía , comprendió que había terminado su turno, y ya era hora de ir a dormir.
Los periódicos sensacionalistas dieron repercusión a la noticia, y encontraron coincidencias entre los dos casos; La seguridad del tren se apresuró a desmentir cualquier coincidencia , pero corrió como la pólvora la idea de que Lucia, la vigilante del tren, dejó su alma para siempre en los vagones, incluso hay quien dice que en las noches de invierno se puede ver su rostro sonriendo
reflejado en el vapor de los cristales ¿Será posible dejar el alma aquí antes de morir ? ... ¡Quién sabe!
21 gramos de alma
Ocupaciones de jubilada
Hace 2 meses
11 comentarios:
Está muy bien narrado, atrapa. envuelve, acorrala. Muy bueno.
Un relato escalofriante. Si en verdad existiese la justicia sobrehumana, se lo pensarían dos veces los asesinos y terroristas. Qué pena que no sea así, ¿verdad?
Enhorabuena por la historia.
Un saludo.
Dios mío, que historia. Anda que si esto ocurriera de verdad...
Me parece una historia fantástica, preciosa para este tema y a la vez bastante real.
Muy buen manejo de la narrativa.
Felicitaciones.
Me ha gustado, creo que es una forma muy espiritual de hacer justicia. Si me lo permites me hubiese gustado más alargar el relato dulcificando aún más a Lucía. Por lo demás es un relato corto, desde dentro...
Pero hay algo que me ha llamado mucho la atención, la foto. No se que opinaréis, pero a mí me ha parecido el rostro de un hombre, según se mira la foto el está de cara mirando ligeramente hacia la derecha, parece que se dejan ver los ojos (quizá gafas pequeñas) nariz y barba blanca.
Quizá paranoia, quizá, pero es lo que me parece, sobre todo si se ven en más pequeña la foto. O quizá he querido ver a Lucía y se me ha parecido alguien bien distinto...
Ay, mira que llevó a cabo la justicia divina, la pobre vigilante.
Ahora seguramente descansará ya tranquila y no hará daño a nadie. Salvo a aquellos que acabaron con su vida.
La justicia divina muy bien relatada.
Felicidades, cielo.
Un beso,
Natacha.
Me a encantado tanto el fondo como la forma y que decir del ritmo, te atrapa.
Un abrazo
Un rrelato cautivador,sin duda.
Hay muchas clases de justicia y ésta,está planteada aquí con maestría,dejándote con la sensación de querer más, a pesar de la opresión durante toda la historia.
Felicidades.
Besos.
gracias a todos por leerme y por vuestras bonitas palabras besos .
Bueno, al final Lucía se tomó la justicia de su mano, aún después de morir.
Da pavor imaginarla caminando por los solitários andenes de las estaciones en la noche...ufff...
Muy bueno tu relato, amigo.
Besos.
Pilar
Enhorabuena tu merecido premio,ya que el relato que nos acercas es digno de un film corto o de una pelicula con uua buena trama.
Saludos. Alosia.
Publicar un comentario