Después de la escuela, Rebeca corría hacia su casa sin mirar atrás. Tropiezos, golpes y costras bajo su falda de colegial. Cincuenta centímetros de altura, rostro pecoso y sonrojado; ojos de aceituna, cabellera naranja y retorcida entre un par de largas trenzas, orgullo de mamá.
—Hola, mamá –dice Rebeca, mientras deshace sus libros sobre el desván.
—No, de nuevo Rebeca! Tus labores debes iniciar –grita angustiosamente su madre, después de que Rebeca no aguarda, para la tele mirar.
Todas las tardes; Lacón, el caballero de Rebeca, comenzaba su gran show. Ah! El gran Lacón; mirada penetrante, hombre sin miedo y capaz de rescatar a cualquier doncella de las garras del malvado Dragón. Lacón, hermoso dios de cabellos de oro, piel blanca y cuerpo de faraón; con un –estás a salvo, mi adorado amor– despedía su función en el pequeño televisor. Sentado en su unicornio de plata, Rebeca lo recordaba, cuando luchaba contra la perdición, en aquellas noches en las que Rebeca se anunciaba cuando debajo mojaba, sus rosadas sábanas de algodón.
Un día, dos días, sesenta días; y la hora del reporte escolar. Las calificaciones deficientes por la maestra, a manos de su madre, fueron a dar. –Rebeca, un mes sin televisión; debes estudiar -furiosamente, le dijo mamá.
Entre lágrimas y lamentos, Rebeca extrañaba a su inanimado Lacón; mientras encerrada, se encontraba en su habitación. –¡Soy una hermosa doncella, y mi madre es un malvado Dragón! ¡Ahora; vendrá mi amado Lacón! -¡va a rescatarme por aquel cercano balcón! –soñaba Rebeca, mientras solamente en su cuaderno dibujaba lo que le dictaba su infantil imaginación.
Diez de la noche; papá, su automóvil parqueó. Hombre honesto y trabajador. Cuidadosamente abrió el gran portón. Oscuridad; silencio absoluto detrás del tic - tac del reloj. Primero un paso, luego dos. Su dedo índice al botón que iluminaba la habitación.
—Mamá, ¿dónde estás? –con un dulce susurro pregunta papá.
Pie derecho en el primer escalón, pie izquierdo en el segundón escalón… así, hasta llegar al duodécimo escalón. Su corazón, no le pidió perdón, cuando con el cuerpo inerte de mamá tropezó. Siendo atravesado por la espada improvisada de una pequeña, que se encontraba en la siguiente habitación...
…Un cuaderno de colección donde el gran Lacón, daba su mejor presentación. Volaba el gran Lacón, sobre su unicornio de plata hacia el gran mirador donde en una morada se encontraba un malvado dragón. Lacón lo sabía, en aquel caserón, una doncella…aguardaba por su amor.
En silencio, Lacón; un paso, luego dos… reposa su arma en la espalda distraída del dragón. –Oh! Malvado dragón; nunca más me separarás de Rebeca, mi adoración —Vanidoso, exclama el gran Lacón.
Entre gemidos y bramidos, papá; a una hermosa doncella encuentra, colgando de fibras de plata desde un gran balcón. Junto a ella, el dibujo del gran Lacón, donde triunfante… cierra su mejor show.
Yinna Rincón
—Hola, mamá –dice Rebeca, mientras deshace sus libros sobre el desván.
—No, de nuevo Rebeca! Tus labores debes iniciar –grita angustiosamente su madre, después de que Rebeca no aguarda, para la tele mirar.
Todas las tardes; Lacón, el caballero de Rebeca, comenzaba su gran show. Ah! El gran Lacón; mirada penetrante, hombre sin miedo y capaz de rescatar a cualquier doncella de las garras del malvado Dragón. Lacón, hermoso dios de cabellos de oro, piel blanca y cuerpo de faraón; con un –estás a salvo, mi adorado amor– despedía su función en el pequeño televisor. Sentado en su unicornio de plata, Rebeca lo recordaba, cuando luchaba contra la perdición, en aquellas noches en las que Rebeca se anunciaba cuando debajo mojaba, sus rosadas sábanas de algodón.
Un día, dos días, sesenta días; y la hora del reporte escolar. Las calificaciones deficientes por la maestra, a manos de su madre, fueron a dar. –Rebeca, un mes sin televisión; debes estudiar -furiosamente, le dijo mamá.
Entre lágrimas y lamentos, Rebeca extrañaba a su inanimado Lacón; mientras encerrada, se encontraba en su habitación. –¡Soy una hermosa doncella, y mi madre es un malvado Dragón! ¡Ahora; vendrá mi amado Lacón! -¡va a rescatarme por aquel cercano balcón! –soñaba Rebeca, mientras solamente en su cuaderno dibujaba lo que le dictaba su infantil imaginación.
Diez de la noche; papá, su automóvil parqueó. Hombre honesto y trabajador. Cuidadosamente abrió el gran portón. Oscuridad; silencio absoluto detrás del tic - tac del reloj. Primero un paso, luego dos. Su dedo índice al botón que iluminaba la habitación.
—Mamá, ¿dónde estás? –con un dulce susurro pregunta papá.
Pie derecho en el primer escalón, pie izquierdo en el segundón escalón… así, hasta llegar al duodécimo escalón. Su corazón, no le pidió perdón, cuando con el cuerpo inerte de mamá tropezó. Siendo atravesado por la espada improvisada de una pequeña, que se encontraba en la siguiente habitación...
…Un cuaderno de colección donde el gran Lacón, daba su mejor presentación. Volaba el gran Lacón, sobre su unicornio de plata hacia el gran mirador donde en una morada se encontraba un malvado dragón. Lacón lo sabía, en aquel caserón, una doncella…aguardaba por su amor.
En silencio, Lacón; un paso, luego dos… reposa su arma en la espalda distraída del dragón. –Oh! Malvado dragón; nunca más me separarás de Rebeca, mi adoración —Vanidoso, exclama el gran Lacón.
Entre gemidos y bramidos, papá; a una hermosa doncella encuentra, colgando de fibras de plata desde un gran balcón. Junto a ella, el dibujo del gran Lacón, donde triunfante… cierra su mejor show.
Yinna Rincón
12 comentarios:
Sin palabras me dejas. Hay amores que matan, tan cierto como la vida misma. Y el amor sin madurez es una de las peores armas que existen.
Muy buena narración.
Un abrazo.
wauuuuuuuuu que poder el de un dibujo y el de un amor inanimado... la narracion muy poetica, me has dejado sin palabras perpleja por como has resuelto el relato
genial , el relato , y tambien el dibujo enhorabuena y un abrazo .
Un extraño texto, amiga, terrible esa ficción hecha realidad por una mente incontrolada..
Como Pedro, me quedo sin palabras.
Un beso y gracias por tu buen texto.
Natacha.
Me he quedado helada, aunque imposible quedarse indiferente ante tu relato. Muy fuerte pero la realidad siempre supera la ficcion...
Buff, voy a por chuches que me endulcen un poco,jeje.
Me ha gustado mucho ,enhorabuena
Yinna, ¡¡qué dramático tu relato!!
Miedo da regañarles a los hijos...vete a saber si no acudirá en su ayuda algún caballero que surja de tuenti o del messenger...
Enhorabuena.
Pilar
Me he quedado sin palabras... y asustadilla je je! Buen relato.
Saludos.
Haydeé :)
Interesante relato. Buena narración. Un saludo
Bueno, muy bueno! Entre dulce y cruel; la dulce niña Rebeca..., como en un juego de rol; uff!
Muy original la preosa con rima. Me ha gustado.
Un beso
Simplemente...GRACIAS!
también me dejas sin palabras, que imaginación y que amor tan imposible.. besos
Una historia espeluznante,quizá...
Y es que el amor desmedido e incontrolado por culpa de la falta de madurez,y con una gran dosis de fantasía,puede provocar grandes males...
A la vista está...
Buena historia,Yinna.
Besos.
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