ESTAMOS PUBLICANDO AHORA LOS RELATOS DE: GÉNERO: "LIBRE"; TEMA: "EMPECEMOS JUNTOS".

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lunes, 17 de noviembre de 2008

UN DESEO CUMPLIDO

El tinte púrpura se iba extendiendo más y más, abarcando la lejanía del horizonte y la cercanía del valle. Nubes como hilachas se abrían paso en medio de aquel manto, delgadas primero, ensanchándose después. Y la cara brillante del sol apareció, despegando despacito los ojos, bostezando, haciendo un guiño y sonriendo de a poco, a medida que sus brazos se estiraban en un cálido desperezarse.

Un rayo travieso de luz se coló por la ventana de una casa con techo de tejas, jugueteó con las cortinas blancas entreabiertas y acarició amorosamente el cabello de un niño que dormía, haciéndole cosquillas, abrillantando sus largas pestañas oscuras e iluminando su belleza infantil. Otro rayito se le unió, y otro más, y fueron tantos que Martín empezó a sentir un agradable calor y abrió los ojos. Tomó la mano luminosa del sol y sintió que se elevaba y salía por la ventana, liviano, contento y deseoso de vivir una aventura.

Desde los aires observó las nubes esponjosas, el césped de su parque recién cortado, las mariposas libando las flores, el techo medio descascarado de su casa, el arroyito sinuoso y angosto que mantenía el verdor del lugar sediento... Pero Martín quería ver otras cosas, cosas diferentes, lugares nuevos y divertidos y contarle a su mamá aquellas experiencias cuando despertara. Sabía que era un sueño, pero un sueño distinto.

Siguió columpiándose en brazos del sol, y vio más lejos un corral donde dormían acurrucadas las cabras junto con los perros; una colmena enorme suspendida de la rama de un árbol; unos peones ordeñando las vacas. Y un poco más allá había un caminito escarpado que se perdía entre la frondosa arboleda, que atrajo su curiosidad.

Martín siguió con su mirada hacia donde iba el caminito y casi al final se vio a sí mismo, de pie, pensativo, con cara de preocupado. Se sorprendió de verse, y un poquito se asustó, pero su curiosidad fue más fuerte y quiso saber qué le pasaba. Se fue metiendo lentamente en su cabeza para saber, para entender, para ayudar. Estaba triste porque había perdido su pelota de fútbol y no podía encontrarla, esa pelota de cuero nuevita que su papá le había regalado y que llevaba a todos lados consigo, la pelota "de la suerte", con la que había hecho tantos goles en la cancha del barrio. Se había ido muy lejos buscándola por todas partes, y no había sabido regresar a su casa.

Desde la altura, el niño quiso ayudar a su doble y miró aquí y allá, adelante y atrás, a un costado y al otro, hasta que halló el balón en brazos de un niño más pequeño que él, todo sucio y despeinado, descalzo y harapiento, que miraba su hallazgo con admiración y arrobamiento. Su mirada opaca se había iluminado y lanzaba destellos; en esos momentos aquel niño era feliz, aunque sabía que al volver a su casa iba a perder parte de su alegría, no obstante quería aprovechar ahora ese instante fugaz.

Martín volvió a acunarse sonriente en los brazos luminosos, a navegar por el cielo sentado en una nube, sintiendo una sensación extraña en el pecho. Quería volver a su cama para poder despertar y contarle al Martín real lo que había visto.

Cuando finalmente despertó, el sol entraba a raudales por su ventana y corrió a darle la bienvenida. Tarareaba despacito una canción mientras se vestía y salía apurado de la casa, bajo la mirada asombrada de su mamá. Buscó por todas partes su pelota nueva de fútbol, aquí y allá, adelante y atrás, a un costado y al otro, tratando de no perderse por un caminito largo... No la halló, pero de pie ante una cabaña semiderruida estaba el otro niño, el pequeño de ojos tristes ahora contentos, que jugaba con el balón que había encontrado atascado entre las piedras.

Martín sintió que su deseo de recuperar su pelota se había evaporado y en su lugar apareció una alegría infinita, una paz enorme y un deseo interminaaaaable de que aquel muchachito fuera feliz. Sabía que su balón estaba en buenas manos, o quizás, en buenos brazos, sabía que estaría bien cuidado y tendría algo que quizás a él le faltaba aprender: un verdadero valor por las cosas obtenidas.


@Patrulich

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Me tocas el corazón! Ya podríamos hacer todos lo que hizo Martín!

Me ha encantado; todo: la historia, las descripciones, el sueño. Muy bien escrito y narrado, precioso.

Un besito, y sigue.

Marinel dijo...

Pat, me he ncantado ese viaje soleado del niño entre sueños algodonados.
Me ha emocionado que el viaje le haga ver que el verdadero valor de las cosas es la felicidad que puedan producir y no siempre es material,aunque para el pobre niño sí lo fuese, para él, el valor es otro y descubre que es mucho más importaaaante que el material.
Ojalá los rayos del sol nos hicieran viajar más a menudo de la misma manera, haciéndonos "ver"...
Precioso de verdad.
Muchos besos.

Pedro Estudillo dijo...

Uahuuu, qué dulzura de viaje. Tierno, emotivo y muy aleccionador, qué más se puede desear.
También a mí me ha dejado sobre una nube.
un abrazo.

Ana Garcia dijo...

Me alegra que Martin descubriera un valor de los que muchos carecen.

Qué forma tan bonita de contar una historia Patrulich, bueno que voy a decir, sólo tú tienes ese encanto y facilidad de contar las cosas con tanta dulzura. Me ha encantado de verdad.

Un beso enorme querida amiga

Jorge dijo...

Linda e imaginativa historia, con la ternura que sabes ponerle a tus letras. Muy buena.

Elsis dijo...

Patito querida, este hermoso viaje me ha dejado una enseñanza y una sensación muy dulce en el corazón.
Gracias por ser tan maravillosa!

Besitos, mi reina!

Autores Reunidos dijo...

Querida Patrulich, qué puedo decir... Tus palabras se han convertido de repente en música, en amor, y en la ternura de la generosidad de un niño...
Un bellísimo relato que no podría salir de otra cabecita que no fuera tan hermosa como la de vos...
Gracias por tu regalo, por ese balón que nos hizo a todos felices como al niño pobre...
Natacha.

Oscar García dijo...

Qué bonito!!!
Sientes cómo vas viajando con el niño, cómo vas volando.
Me ha encantado, y con un final con moraleja :)
Saludos

Liz Marin dijo...

es preciosooooo


besitosss

Patricia López dijo...

Amig@s, les agradezco desde mi corazón sus palabras...

Sinceramente,
Patricia (Patrulich)

I. Robledo dijo...

Bellisimo cuento, amiga, que le hizo recordar a uno cuando, de niño, soñaba que volaba...

Un abrazo, amiga

Esther dijo...

patrulich un viaje precioso de la mano de morfeo, me ha encantado la magia con la que lo has relatado..

besitos

Recomenzar dijo...

Que bello me han dejado sin palabras

Unknown dijo...

hola patrulich!!!!!!
fascinante tu cuento, ojalá encontremos a lo largo de nuestra vida muchos como Martín.
quién ha rescatado valores y principios que no sabía que tenía..........
una belleza lo tuyo, felicitaciones reinaaaaaaaaaaaaaaaaa

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

genial, genial, un placer descubrirte.
Saludos desde España

Patricia López dijo...

De este cuento, también hice una versión en poesía, que aquí les dejo junto con mi agradecimiento por acompañarme...

Una mañana temprano
el niño estaba soñando
que recorría contento
desde el aire todo el campo.
Veía flores y árboles,
pájaros y ganados,
el arroyo angosto y fresco
que humedecía los pastos.
Luego encontró un caminito
que llegaba hasta lo alto,
se perdía en ese valle,
resurgiendo al otro lado.

Se vio a sí mismo muy triste
¿en qué estaría pensando,
si había quedado durmiendo
en su cama, bien tapado?
Supo que su pelota
se le había extraviado
y allí él se había perdido
mientras la estaba buscando.
Desde el cielo se fijó
mirando en torno, observando,
hasta que la halló en brazos
de un niño muy despeinado,
sucio, flaco y harapiento,
que la miraba arrobado,
como si fuera el tesoro
de su vida más amado.
Descubrió que la esperanza
llenaba todo el espacio
al encontrar un motivo
que alegre su pobre estado.
El niño desde los cielos
volvió a su cama esperando
el momento de saber
si en verdad lo había soñado.
Salió apurado hacia el patio
ya bien despierto el muchacho,
buscando aquella pelota
que no encontró en el rancho.
Por todas partes miró,
buscó y atisbó, temblando,
porque no estaba el juguete;
por perdido lo había dado.
Más tarde pudo encontrarlo
en brazos de un niño flaco
que sonreía contento,
feliz por aquel hallazgo.

Y el dueño de la pelota
se alejó solo, silbando,
deseoso de que el pequeño
fuera feliz por un rato,
seguro de que ese niño
le daría mil cuidados,
le brindaría el valor
que él no le había otorgado.

Autores Reunidos dijo...

Patrulich, leer tu relato es como ver varios cuadros que se complementan de una exposición que relata una porción de la vida y, además, vivir y disfrutar de la sensación final que acompaña tu arte: la moraleja.

Precioso...
Decir más, es coincidir casi plenamente con todos los comentarios, ya solo leer a Reina me he quedado pensativo con el ¡ya no puedo repetirme! jajaja...

Besos!

Emig

AHEO dijo...

Patruuu! Bello relato éste, amiga. El viaje que tu Martín emprendió me deja muy sonriente, pues confirma en mí aquel pensamiento que dice que debiéramos recordar nuestros viajes de infancia porque son los que menos tienen de creencias adheridas a nuestro ser, son los que nos dejan precisamente esas moralejas que no olvidamos en la vida.
Un beso y un abrazo Patru!
Haydeé :)

Layla - Noche Hermosa dijo...

Es que Martín tomó la verdadera lección de esa encantadora experiencia.

Excelente manera de hilbanar los dos "Martín"

Me ha encantado. :)

Leznari dijo...

Me ha encantado el viaje de Martín, sigo opinando que tu sensibilidad nos la contagias con cada escrito que haces.
Un besito para ti y como no...para ese niño precioso llamado Martin.
LEZ