Cuando inicié el viaje no sabía que me encontraba ya en él, al percatarme de ello la alegría invadió todo mi espíritu. El Gran Mago dispuso que fuera ante la Madre Luna para que me hablara respecto a este viaje. Cierto es que no sabía nada al respecto, excepto que había sido elegida para realizar la travesía y mi intención no era cuestionar, pues cuando estuve frente al Gran Mago recuerdo que me lo informó sin usar palabra alguna, solo magia envolviendo mi corazón.
La Luna, bondadosa como siempre, tomó mi mano y sólo pudo decirme unas cuantas cosas pues mirándome a los ojos me afirmó que únicamente yo podría sentir y explicar semejante travesía. No negaré que en ese instante la nostalgia me invadió y se lo hice saber… siempre supuse que llevaría conmigo un compañero de viaje, tal aventura lo ameritaba: compartir cada paso del camino, abrazarnos el corazón mutuamente, tomarnos la mano con fuerza ante la adversidad… y hubiera seguido con más ideas de no ser porque la Luna me miraba guardando un largo silencio… entonces me quedó claro que no debía permitir que esa suposición (generadora de otras más), llenara mis momentos presentes. Cuando la Luna leyó este pensamiento en mí, continuó su charla y me habló de las provisiones necesarias para el viaje, me las obsequió en un pequeño saco para tenerlas cerca cada que necesitara de ellas durante el camino… también me dijo que estaría presente, dispuesta a escucharme cuando le requiriera; sólo escucharme, pues si buscaba respuestas ésas solo las encontraría en mí y cuando no fuera así, me sugirió desechar las preguntas para las que no las hallara pues seguro no me tocaba a mí responderlas y en ese viaje se trataba de no preocuparse y disfrutar de todos los momentos…
Apareció el Gran Mago, me dijo que nunca me soltaría de la mano, que siempre estaría conmigo y le creí. La Madre Luna me obsequió una constelación, me pidió escoger y no lo pensé mucho, elegí la de alas blancas del cielo boreal. Argumentando que mi elección era obra de la causalidad, comentó que mi destino de llegada estaba en esa nube de estrellas… había tantas…
Ambos me envolvieron en su abrazo y me posaron nuevamente en la faz de la Tierra… Bien, ¡ahora a caminar!- pensé en voz alta y me dediqué con gran entusiasmo a cumplir mi misión.
Los primeros días de viaje de vez en vez aparecía la nostalgia, ¡rayos! ¡de repente muy instalada en mi corazón!... afortunadamente llevaba el saco de provisiones así que para alejarla tomaba de él unas cuantas “sonrisas del Gran Mago” y una porción de “evitar suposiciones”, debo confesar que incluí estos alimentos en todas las comidas al día… ¡suerte que el saco no tuviera fondo!
Por otro lado, me hice adicta a las porciones de “fuerza y “valentía”, el viaje requería de mi espíritu entero y fortalecido para enfrentar las nuevas condiciones y poder transmitirlo a quien llenaba de ternuras mientras me dirigía hacia la constelación. Una de sus estrellas me miraba, la más brillante, me sonreía todo el tiempo aún con cielo nublado… de hecho su luz me hacía seguir y transmitir la emoción de la vida misma y las hermosas sensaciones de ser cómplice en el surgimiento de una nueva… ahí supe que hacia esa estrella en particular me dirigía.
Al iniciar el cuarto mes del viaje, me miraba constantemente al espejo ansiosa de ver y disfrutar los cambios exteriores… ¡pero nada de eso!, sentía algo así como la necesidad de hacer visibles para los demás la fortuna de haber sido elegida para esta aventura… recurrí al saco para calmar mi ansiedad y sí, me alimenté entonces de “paciencia” y “serenidad”, ¡esa Luna había pensado en todo! Recuerdo que aún no me cansaba tanto… yo seguía caminando, viviendo los caminos hacia la estrella cada vez con más emoción por tocar su magnífica luz.
Los siguientes meses de viaje fueron tan intensos… parecía que me había comido la Luna, ¡pero llena!, por supuesto ya estaba más que contenta con mi nueva apariencia, además el brillo en mis ojos era su reflejo y, las mejillas sonrosadas la calidez de las ternuras del Gran Mago. Recorrí paisajes hermosos: amaneceres que me acariciaban, sonrisas prodigadas por las tardes llenas de paz, miles de pensamientos alados al leer y estudiar para forjar una vida mejor, magníficas escenas nocturnas con una que otra luciérnaga recordándome que aunque pequeña, su luz es incandescente… grandes aprendizajes obtuve y viví emociones miles siempre procurando transmitir todo a mi interior para que mi estrella me sintiera y por extensión mía las viviera… yo creo que así fue porque muchas veces sentí su pequeña mano tras la piel como en un querer estar ya fuera. La verdad es que eso de seguir caminando me sacaba ya varios suspiros de cansancio pero recuperaba la entereza al alimentarme de “sonrisas del Gran Mago”, “fuerza” y “paciencia”…¿la golosina? … dulces “rayitos lunares”.
El término del viaje se veía cercano, para entonces ya sabía el nombre de la estrella sonriente… aún me faltaba el caminito invisible, ese que al dar cada paso va apareciendo, así era de incierto el momento final, ya antes me lo habían dicho… pero el deseo de abrazar a mi estrella podía más, así que dejé el miedo de lado, tomé el saco y comí “valentía”, confieso que en doble porción.
Después de unas horas llegué finalmente ante mi estrellita, miré hacia atrás y me sorprendí del camino hermoso que anduve, la aventura que nos había significado a ambas… y en ese momento la infinita felicidad de tocarla y tenerla por vez primera entre mis brazos invadía mi ser… un beso de bienvenida en la frente selló nuestro encuentro exterior, porque ya nos conocíamos de antes.
Ahí terminó ese viaje que no era más que la antesala del que viajo ahora y en el que lo más interesante es que la aventura aún no termina… el Gran Mago sabe por qué hace las cosas…
¿Qué quién es él?, su nombre es Amor… ¿el nombre de la estrella?...
Deneb… el nombre de mi hija.
Aheo
La Luna, bondadosa como siempre, tomó mi mano y sólo pudo decirme unas cuantas cosas pues mirándome a los ojos me afirmó que únicamente yo podría sentir y explicar semejante travesía. No negaré que en ese instante la nostalgia me invadió y se lo hice saber… siempre supuse que llevaría conmigo un compañero de viaje, tal aventura lo ameritaba: compartir cada paso del camino, abrazarnos el corazón mutuamente, tomarnos la mano con fuerza ante la adversidad… y hubiera seguido con más ideas de no ser porque la Luna me miraba guardando un largo silencio… entonces me quedó claro que no debía permitir que esa suposición (generadora de otras más), llenara mis momentos presentes. Cuando la Luna leyó este pensamiento en mí, continuó su charla y me habló de las provisiones necesarias para el viaje, me las obsequió en un pequeño saco para tenerlas cerca cada que necesitara de ellas durante el camino… también me dijo que estaría presente, dispuesta a escucharme cuando le requiriera; sólo escucharme, pues si buscaba respuestas ésas solo las encontraría en mí y cuando no fuera así, me sugirió desechar las preguntas para las que no las hallara pues seguro no me tocaba a mí responderlas y en ese viaje se trataba de no preocuparse y disfrutar de todos los momentos…
Apareció el Gran Mago, me dijo que nunca me soltaría de la mano, que siempre estaría conmigo y le creí. La Madre Luna me obsequió una constelación, me pidió escoger y no lo pensé mucho, elegí la de alas blancas del cielo boreal. Argumentando que mi elección era obra de la causalidad, comentó que mi destino de llegada estaba en esa nube de estrellas… había tantas…
Ambos me envolvieron en su abrazo y me posaron nuevamente en la faz de la Tierra… Bien, ¡ahora a caminar!- pensé en voz alta y me dediqué con gran entusiasmo a cumplir mi misión.
Los primeros días de viaje de vez en vez aparecía la nostalgia, ¡rayos! ¡de repente muy instalada en mi corazón!... afortunadamente llevaba el saco de provisiones así que para alejarla tomaba de él unas cuantas “sonrisas del Gran Mago” y una porción de “evitar suposiciones”, debo confesar que incluí estos alimentos en todas las comidas al día… ¡suerte que el saco no tuviera fondo!
Por otro lado, me hice adicta a las porciones de “fuerza y “valentía”, el viaje requería de mi espíritu entero y fortalecido para enfrentar las nuevas condiciones y poder transmitirlo a quien llenaba de ternuras mientras me dirigía hacia la constelación. Una de sus estrellas me miraba, la más brillante, me sonreía todo el tiempo aún con cielo nublado… de hecho su luz me hacía seguir y transmitir la emoción de la vida misma y las hermosas sensaciones de ser cómplice en el surgimiento de una nueva… ahí supe que hacia esa estrella en particular me dirigía.
Al iniciar el cuarto mes del viaje, me miraba constantemente al espejo ansiosa de ver y disfrutar los cambios exteriores… ¡pero nada de eso!, sentía algo así como la necesidad de hacer visibles para los demás la fortuna de haber sido elegida para esta aventura… recurrí al saco para calmar mi ansiedad y sí, me alimenté entonces de “paciencia” y “serenidad”, ¡esa Luna había pensado en todo! Recuerdo que aún no me cansaba tanto… yo seguía caminando, viviendo los caminos hacia la estrella cada vez con más emoción por tocar su magnífica luz.
Los siguientes meses de viaje fueron tan intensos… parecía que me había comido la Luna, ¡pero llena!, por supuesto ya estaba más que contenta con mi nueva apariencia, además el brillo en mis ojos era su reflejo y, las mejillas sonrosadas la calidez de las ternuras del Gran Mago. Recorrí paisajes hermosos: amaneceres que me acariciaban, sonrisas prodigadas por las tardes llenas de paz, miles de pensamientos alados al leer y estudiar para forjar una vida mejor, magníficas escenas nocturnas con una que otra luciérnaga recordándome que aunque pequeña, su luz es incandescente… grandes aprendizajes obtuve y viví emociones miles siempre procurando transmitir todo a mi interior para que mi estrella me sintiera y por extensión mía las viviera… yo creo que así fue porque muchas veces sentí su pequeña mano tras la piel como en un querer estar ya fuera. La verdad es que eso de seguir caminando me sacaba ya varios suspiros de cansancio pero recuperaba la entereza al alimentarme de “sonrisas del Gran Mago”, “fuerza” y “paciencia”…¿la golosina? … dulces “rayitos lunares”.
El término del viaje se veía cercano, para entonces ya sabía el nombre de la estrella sonriente… aún me faltaba el caminito invisible, ese que al dar cada paso va apareciendo, así era de incierto el momento final, ya antes me lo habían dicho… pero el deseo de abrazar a mi estrella podía más, así que dejé el miedo de lado, tomé el saco y comí “valentía”, confieso que en doble porción.
Después de unas horas llegué finalmente ante mi estrellita, miré hacia atrás y me sorprendí del camino hermoso que anduve, la aventura que nos había significado a ambas… y en ese momento la infinita felicidad de tocarla y tenerla por vez primera entre mis brazos invadía mi ser… un beso de bienvenida en la frente selló nuestro encuentro exterior, porque ya nos conocíamos de antes.
Ahí terminó ese viaje que no era más que la antesala del que viajo ahora y en el que lo más interesante es que la aventura aún no termina… el Gran Mago sabe por qué hace las cosas…
¿Qué quién es él?, su nombre es Amor… ¿el nombre de la estrella?...
Deneb… el nombre de mi hija.
Aheo
17 comentarios:
¡Qué hermosura de viaje! Espero poder recorrer yo pronto el mismo camino, y contar con esa misma bolsa de provisiones sin fondo.
Un relato prodigioso.
Un abrazo.
Dios,Haydeé, qué maravilla de relato!!!
Me lo he leido con absoluta prestancia,rápido, como si llegar el final fuese imprescindible, algo urgente...
Me ha llenado de paz infinita, de alimentos suculentos que me han abierto los ojos a un mundo inigualable en el que el final es el postre más exquisito...
Enhorabuena de corazón.
Sé que me repito, pero me ha encantado.
Muchos besos.
Amiga, que bellisimo viaje iniciatico a traves del amor en el sentido mas amplio... Y la terminacion es "de cine"...
Creo que nos dejas a todos sorprendidos.
Un abrazo, amiga
Qué hermoso viaje.. Hemos visto lo que viste, hemos caminado tus pasos. Gracias por esta tierna aventura..
Y por compartir los bellos dones que has recibido con nosotros...
Me gusta tu estilo. Siempre busco nuevo blogs para leer y te he encontrado. besos
Haydée, me sentí transportada por la dulzura tan grande que se desprende.
Precioso viaje y precioso relato.
Un beso grande!
¡Qué forma tan bella de describir un ...embarazo y alumbramiento!! Es así??... por lo menos es eso lo que concibo de tu relato. Precioso.
Un besito Haydée
Gracias chic@s por sus comentarios.
Pedro, pues sí que es un viaje hermoso, por las provisiones ni qué dudar que las tendrás, la Luna bondadosa es siempre con todos. Un abrazo igual.
Concuerdo contigo Marinel, lo exquisito del final, y es un final que se prolonga, mirar todos los días a mi estrellita es alimento imprescindible para mi espíritu. Me alegra que te haya gustado. Besos y abrazos.
Antiqva, siento que me he sacado una buena nota al haberte sorprendido! Eso me alegra mucho... y sí, amor es lo que vertebra este viaje, que como digo, aún no termina.
Un abrazo, amigo.
Pienso que una de las cosas bonitas de escribir es poder compartir Isis y precisamente eso quise hacer, agradezco al universo esta bendita oportunidad. Un abrazo.
Pues qué bien Mi despertar que hayas llegado acá, todos los que habitamos este reino nos alegramos cuando hay viajeros que llegan a esta tierra, no es verdad chic@s?
Patruu! Solo espero no desparramar tanta miel!!! jajaja! no vaya a empalagar a los aquí presentes! Gracias bella, muchos besos.
Efectivamente Fair Lady, es mi viaje: embarazo y alumbramiento de mi pequeña Deneb. Me alegra que te haya gustado. Besos
Gracias nuevamente a todos por sus palabras que, alimentan a las mías. Un abrazote y un besote... digo, para abarcarlos a todos! :D
Haydeé :)
Aheo, desde luego no pudiste elegir un viaje más bello que éste.
Todos los hemos tenido la suerte de recorrerlo... lo hemos sentido como propio.
Un viaje, que no acabará nunca, que te acompañará toda tu vida y que podrás iniciar otro nuevo que será tan hermoso como éste.
Gracias por tu regalo, cielo. Me encantó.
Natacha.
Un viaje precioso,lleno de ilusiones,ternura..y el final la gran recompensa la niña ,lo mejor de todo..
besitos
¡Quiero hacer ese viaje! Con tu mago, a la luna, a las estrellas,...
Precioso relato; tengo que leerlo de nuevo, pues corria para adivinar qué pasaba después..., y por fin llegar al Amor.
Un beso
Siempre me olvido de algo: ese AMOR tan grande que es la mejor recompensa de la vida.
Otro beso
Sí Natacha un viaje hermoso y seguro así será para quienes lo vivan próximamente, es un viaje muy recomendable :D Un abrazo.
Ilusión, ternura, amor... ¡de todo Esther! y ¡qué puedo decir yo de la estrellita! Un abrazo.
Reina, veo que la promoción del viaje fué exitosa jajaja! y seguro que será igual de hermoso para tí... el Mago y la Madre Luna te hablarán cuando lo hayas iniciado. Un beso.
Gracias nuevamente, otro abrazo para todos.
Haydeé :)
Una hermosura de viaje... coincido plenamente con Pedro. Además de observar y disfrutar de un estilo que, sin conocerte, lo considero muy tuyo. Me refiero a la mezcla de fantasía que necesitas leer quizás más de una vez para vivirla de cerca, y los elementos, siempre mágicos que utilizas, y todo se desborda sobre un camino hermoso y agradable.
Para mí te has lucido con este relato. Me ha encantado mucho.
Un abrazo, Haydeé.
Emig
Que bello...me ha cautivado
Sí Emig un viaje hermoso éste... y aún sigue siéndolo.
Noche, me alegra que haya sido así.
Un beso para ambos
Haydeé :)
Publicar un comentario