ESTAMOS PUBLICANDO AHORA LOS RELATOS DE: GÉNERO: "LIBRE"; TEMA: "EMPECEMOS JUNTOS".

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sábado, 3 de abril de 2010

ECLIPSE DEL CORAZÓN


“Al abrir los ojos, podía ver perfectamente las algodonosas nubes que se movían perezosas…
Podía notar como el sol calentaba mi rostro.
¿Dónde estaba?
Un silencio atronador me rodeaba… y entonces, me di cuenta de que no podía recordar…
En mi mano apretaba con fuerza, casi con desesperación, un botón amarillo, que desde luego, no pertenecía a nada que llevase puesto”.

¿Un nuevo estado de consciencia? ¿Una nueva sensación? Una miríada de pequeñas nuevas sensaciones se agolpaban en mi interior y era imposible medirlas, traducirlas. No sé si me sentía feliz en ese taciturno instante… Quizás la mejor palabra que me describía era nuevo. Eso es, me sentía nuevo; pero algo había pasado, algo había vivido que mi mente no llegaba a vislumbrar desde el recuerdo.

Sentí que respiraba más tranquilo; decidí levantarme y cambiar mi rostro de extrañeza por uno más inquisitivo; decidí caminar hasta encontrar algo que me sonara conocido, o bien encontrar una cara amiga; un buen café en algún lugar abierto y lleno de gente. Pero sabía que mi mano derecha llevaba la respuesta firmemente apretada…

... Poco a poco, mi oído fue haciéndose eco de los sonidos que saturaban el ambiente; voces lejanas, rugido de motores, bocinas impacientes... todos ellos llegaban hasta mí como procedentes de otro mundo, de otra dimensión, y al mismo tiempo se instalaban en mi cerebro con una claridad turbadora, desconocida por mí hasta aquel momento. Parecía que todos mis sentidos se hubiesen agudizado de manera sorprendente. Incluso la mente, a la que recordaba siempre distraída y dispersa, se encontraba en un estado de lucidez inusual, atenta a cualquier estímulo, tanto exterior como interior.

A pesar de la desconcertante incertidumbre que rodeaba tan siniestra situación, sabía con certeza que jamás me había encontrado en un estado de calma y placidez como aquel que estaba viviendo. Contra toda lógica, no me sentía nervioso ni preocupado, aunque sí que sentía curiosidad por las circunstancias que me habían conducido hasta aquel punto... y, sobretodo, por la procedencia del pequeño objeto que aferraba mi mano tenazmente.

Curiosamente, era ese botón amarillo lo que más me llamaba la atención; algo en mi interior me decía que en él se encontraba la clave de todo aquel sinsentido... Y quizás también otras muchas respuestas concernientes al resto de mi existencia, pasada y futura.

Mis pasos me guiaron en silencio hasta una pequeña cafetería próxima a la playa en la que desperté. Las miradas extrañadas me hicieron pensar en que hasta entonces no había reparado en mi aspecto; en efecto, mi atuendo no parecía el más acorde al lugar o, al menos, difería bastante del que vestían las diferentes personas que allí se encontraban; todas hombres, como yo, exceptuando a la camarera que servía tras la barra, una joven menuda y no muy alta, de cara simpática y sonrisa espontánea; bastante atractiva, a mi parecer, pero sin ser espectacular.
Me acerqué a sus dominios sin reparar en el resto de clientes, que continuaban con sus miradas inquisitivas.

—¿Dónde estoy? —la interrogué.
—¿Cómo dice? —preguntó arrugando la frente y entrecerrando sus preciosos ojillos de gacela.
—Sólo quiero saber dónde me encuentro, eso es todo.
—¿De verdad no sabe usted dónde estamos? —volvió a preguntar con extrañeza.
—Pues ya lo ve; no tengo ni idea.
—Cómo es eso posible. Supongo que habrá llegado hasta aquí de alguna manera.
—También yo lo supongo, pero créame, no lo recuerdo. Tan sólo sé que me he despertado hace un rato tumbado en la arena, nada más.
—Vaya, esto es increíble, nunca me había pasado nada semejante —dijo la camarera mostrando de nuevo su amable dentadura.
—¿Y bien? —le insistí.
—Y, dígame, ¿recuerda usted su nombre, quién es, y todas esas cosas?
—Por favor señorita, sólo quiero saber qué lugar es este, nada más —respondí, intentando no perder la paciencia con su curiosidad—. No creo que le esté pidiendo tanto.
—Perdón, perdón; compréndame, no es una situación usual la suya.
—La entiendo perfectamente, pero ¿puede responderme?
—Claro, claro, no faltaba más.

Lo cierto es que la joven había puesto el dedo en la llaga: ni siquiera lograba recordar mi nombre ni mi procedencia. Hasta entonces lo había pasado por alto, pero cuando ella lo mencionó, me hizo estremecer por primera vez desde que abrí los ojos.
Sus respuestas no aportaron claridad alguna a mi abotargada mente. Todos los nombres que mencionó me sonaron a nuevo, y salí de allí inmerso en una nube de dudas que al fin consiguieron abatir mi ánimo.
Fue entonces cuando me aferré con mayor ímpetu al minúsculo botón que encerraba mi mano derecha; aún pensaba que era el único vínculo que podría transportarme de nuevo a la realidad de mi pasado.
Y justo en el instante en el que dejaba caer todo el peso de mi esperanza sobre aquel objeto amarillo, apareció ante mis ojos la respuesta que buscaba.
Me sonreía apoyada en la baranda que daba al paseo marítimo, a unos escasos metros de donde yo me encontraba. Su cabello moreno le caía graciosamente por la frente, dándole un aire de misterio que la hacía parecer aún más atractiva. Y unos ojos marinos, como nunca los había visto antes, me invitaban insistentemente a acercarme.
Así que no lo dudé un instante y fui hasta ella con curiosidad.

—Al fin te encuentro —fueron sus inquietantes palabras—. ¿Dónde te habías metido?

Me quedé durante un segundo sin palabras, y sin poder dejar de mirarla. Era la mujer más hermosa que había visto en mi vida.
Bajé la mirada hacia la palma de la mano abierta, donde reposaba mansamente el botón amarillo.
Justo el botón que faltaba en la delicada blusa del mismo color que la cubría tan elegantemente.
Lo cogió... y nos fundimos en un intenso abrazo cargado de respuestas.


Pedro Estudillo

4 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Lo juro, me persigue el "botón amarillo", apretado por la mano sin memoria, y luego en la de la bella, me persigueee.
Bsos, inquietante símbolo, traslado a otras esferas...

Autores Reunidos dijo...

Sin duda, ella despejará ahora sus dudas... Bello emisario sin duda.
Magnífico relato, tal como siempre acostumbras con tus escritos.
Gracias querido amigo.
Un beso
Natacha.

Marinel dijo...

Preciosa historia querido Pedro.Todo un alarde de imaginación para este relato conjunto.
Besos.

Calvarian dijo...

Caray, quien pillara un botón amarillo como ese, que te pudiera llevar ante la mujer de tus sueños...jejeje
Buen relato
Abrazos